martes, 26 de julio de 2016

En el corazón de la bodega.-

POR Cap Juan Carlos Carrion


La Oficina del Sub-gerente de Operaciones es un oasis en el zumbido del galpón de ELMA.- En verano la chapa del techo parece reavivar el calor portuario.-Algunas empleadas se desmayan.-En invierno, atravesar los pasillos hacia el fondo, donde estaban las máquinitas de carga de la estiba y hacia el universo de Currás y la cuadrilla de Linares, es aventurarse en una jungla invernal indescifrable.-

El jefe de Operaciones, ascendido por unos dias a Sub-Gerente hojea el almanaque calculando cuanto falta para las vacaciones de invierno, cuantos dias en Carhué y sin saberlo, cuantos dias antes de que lo despidan.

Así es ELMA.
El proviene de los buques.-En esta etapa de la Empresa, se esperan cambios.-Alfonsín ganó las elecciones.-La Dirección militar tendrá que dejar paso a una civil y el recuerdo de Malvinas va retrocediendo en el tiempo.-
 El secretario del Sub-gerente es Soma , que alguna vez estuvo en Personal, pero los gritos que se escuchan no son de el, sino de Taquino, el bueno del Alberto que lo acompañase a Santa Cruz cuando hubo que operar con el “Formosa” y que ahora anda pidiendo paso por el pasillo.-
 -¡Meirovich está loco!

El “Ruso” Meiro es el Capitán de uno de los buques operando en la “C”, cerca del galpón de ELMA y según Taquino ,cortó la descarga de bobinas de papel porque está loco.-

 En el sistema imperante en esa época en el puerto, las descarga de bobinas de papel es lo que se consideraba de “Despacho directo”.-Es decir , el Consignatario venía al costado del buque con sus camiones y la descarga se hacía en forma continuada.-La Empresa de Estiba, en su Contrato tenía estipuladas las toneladas a descargar y cualquier demora podía costarle mucha plata.

Así que es por eso, que el Sub-gerente temporario y Taquino, ya en su papel de Encargado general corriesen a todo trapo hacia el buque en cuestión.-
 Y era así.-Desde el borde de la brazola, mirando al interior de la bodega, el espéctaculo no podía ser mas decepcionante.-
 Pilas de bobinas de papel estibadas en las bandas hasta casi la altura de la bodega, el piso en parte vacío, con su empayolado mal pintado, y corriendo en círculos, persiguiendo o increpando a los estibadores, el propio Meirovich.-

 Posiblemente se había quedado abordo a descansar o por otra razón, ya que a las 5 de la tarde era muy raro ver a un capitán en su camarote y menos en la bodega .-
 Pero estaba y al asomarse por su ventana y mirar hacia “su” bodega lo que vió, no solo le erizo la piel y el poco pelo que tenía , sino que lo hizo salir como estaba.-A medio vestir y medio a los gritos.-

¿Cual era la razón para que en , se supone, uso de sus facultades mentales normales, hubiese armado semejante escándalo?.-  

 El Sub-gerente, compañero de profesión del Meiro, entendió enseguida la causa de semejante espectáculo.- En la bodega, las bobinas de papel para diarios, de posiblemente 500 kilos cada una, habían sido estibadas en origen , en sentido longitudinal.-Piso a piso, desde el fondo , se había cubierto el volumen disponible con cada bobina en el hueco de las dos inferiores.- Lo de siempre.-Se esperaba que entonces, se descargase, removiendo las bobinas en  forma inversa, es decir sacando piso a piso desde arriba.-

Pero los estibadores habían encontrado un método mas rápido, ya que a las bobinas que se encontraban  hacia adentro de las bandas, habia que traerlas lingadas y recién, estando en el medio, izarlas y llevarlas al camión.-
 El método que estaban usando era , según el “Crease o nó” de Ripley, de lo mas sencillo.-Sacaban solo del medio.-Y al sacarla, todo el resto se desplazaba hacia el centro gracias al peso de la estiba. -Y para que toda la estructura no se desmoronase y no quedase un estibador ya impreso en las hojas del newspaper, cuando se izaba una bobina, en ese mismo instante , metían una cuña de madera bajo las bobinas adyacentes.-Y el movimiento aplastante se detenía.-
 Y hasta el momento en que Meiro vió la maniobra, esta había salido bien y ni siquiera un dedo de pié fracturado, o algún estibador bajo varias toneladas de papel para diario.-

 Ya con la presencia de las autoridades traídas a remolque, el proceso se retomó en la forma segura , aunque un poco mas lenta y se lo pudo tranquilizar a Meiro, convencer a los estibadores y seguir trabajando.-

 Alguien me preguntó:¿el capitán?.-Si, el Capitán, porque posiblemente en ese momento comenzaba esa maniobra y la pudo detener, y porque al Meiro no le iba a molestar entrar a una bodega.-Lo había hecho muchos años como oficial y nada le impedía seguir haciéndolo.-El sabía que no solo defendía la seguridad de los estibadores, sino también los intereses de la Empresa.-
 Y que siendo una Empresa del Estado, era de todos los habitantes del País, y que estos, sin saberlo, eran los que le pagaban el sueldo.-

Gente de ELMA.-

La Era del Hielo

por: Cap. Juan Carlos Carrion 

MENDOZA

Cuando a Juan le empiezan los dolores en las articulaciones no piensa en el invierno. Ni siquiera en la humedad de esta ciudad ni en los años transcurridos abordo. Solo recuerda una cosa: el inicio de la “Era del Hielo”.

Pudo haber sido en Hamburgo o Liverpool, pero fué Nueva York. Definitivamente, sí, el inicio fue ahí en ese invierno de 1966. El Sindicato del personal Subalterno y su discusión por aumento de sueldo fueron, quizás, los desencadenantes mas evidentes, pero algo debió no estar bien en la estructura del Universo cuando el “Mendoza” llegaba a ese puerto.

Antes, en Boston, todo había transcurrido como en un invierno mas en la costa norteamericana, con sus vientos de Groenlandia y su mar de fondo en Hatteras. Lo de siempre en el Atlantico Norte navegando arriba de la corriente del Golfo.Y es que los muchachos no habían cumplido el paro de Boston y se lo debían al Sindicato y al llegar esa tarde de fines de diciembre al  muelle 29 sobre el sur de Manhattan, resolvieron implementarlo sin mas ni más..

No hubo forma de convencerlos que en esa noche si se apagaba la caldera y el termómetro seguía bajando la íbamos a pasar de mal para peor. Sobre todo en un “Victory” cuya calefacción era el vapor apestoso que salía de esa caldera y al pasar por cada uno de los radiadores despedía una esputza que envenenaba los camarotes, creando un efecto cinta de Moebius, ya que para ventilar se abría el ojo de buey y al rato había que cerrarlo presuroso para no quedar como esquimal a la intemperie y así hasta que uno se dormía o se iba a la guardia. 

Vapor que además proporcionaba esa electricidad tan  necesaria para redondos calentadores con pava incluida que reinaban en todos los camarotes.

Pero dormir esa noche fue algo mas que una actividad humana..Terminó la cena y comenzó el apagón. Afuera toda la estructura bien cerrada y hasta calafateada en algunas puertas de madera de los pasillos superiores y un viento helado de vaya a saber uno que frente frío norteño ,comenzó a soplar.
Algunos copos de nieve se arremolinaron en los vidrios de los ojos de buey. 


Apagaron la caldera, se hizo la obscuridad y el generador de emergencia se empecinó en no arrancar. Un extraño silencio y el frío y la obscuridad se fue apoderando de  los pasillos y los camarotes donde parpadeaba alguna linterna sin pilas frescas. Las grandes, esas cuadradas rojas que los buques habían traído adosadas a los mamparos de los pasillos hacía rato que habían desaparecido.



MENDOZA

Juan, el Primer Oficial,  envuelto en ropa polar estuvo controlando el estado de la Cubierta, de los pañoles de proa y de los alojamientos de popa.
El “Mendoza” como los otros Victory que habían sido buques de  inmigrantes tenía parte de los camarotes de marineros y la enfermería en un casillaje en popa luego de la escotilla de bodega cinco.

Todo normal. La gente cubriendose del frío como podian, armando faroles de kerosene, cerrando hendijas, porque apenas cesó el viento comenzó a bajar la temperatura rapidamente.

Al llegar a tientas a su camarote se encontró con Guido el radio que con una batería y unos alambres había improvisado un farolito de emergencia. Su voz retumbaba entre los mamparos de los pasillos. A lo lejos se oian como rebotando entre chapas metálicas los golpes que los maquinistas le propinaban al motor de emergencia, ignorantes de que este como el resto de la maquinaria se habían plegado tambien a la huelga.

Juan armó su equipo para pasar la noche, calzoncillos largos, ropa de faena, campera y sobre la cucheta el sobretodo y las frazadas que encontró en el ropero del camarote de práctico..

Y la temperatura siguió bajando.En la parte interna del ojo de buey una tenue capa opaca indicaba  que el hielo se estaba formando dentro del camarote.. Quería dormir pero a pesar del peso de la montaña que tenía sobre sí ,no encontraba la forma de conciliar el sueño y poco a poco fue  notando lo que ocurría con los ruidos.

Al principio cesaron los metálicos de los maquinistas, después el de algunas voces en la lejanía de los pasillos y ya entrada la noche aparecieron unos pequeños crujidos que provenian de afuera.                                                                            
Al principio creyó que podía ser el hielo que se estaba formando en los alambres o la nieve que se juntaba en la capa de los botes salvavidas, pero nó.

 Cuando el termometro que tenía junto a su cama le avisó que ya estaban en los diez grados bajo cero creyó conveniente ir hasta el Puente y ver que opinaba el psicrometro.

No pudo llegar muy lejos, las puertas se negaban a ser abiertas también en solidaridad con la gente y los ventiocho grados bajo cero  que reinaban en la noche neoyorquina.

 La primer noche de la Era del Hielo había apenas comenzado. 

La fria y desapacible mañana mostró a los zombies con frazadas sobre sus cabezas despeinadas de poco dormir contemplando al buque como si hubiera estado amarrado años.

Tuberias rotas, baños congelados, cristalinos caireles de hielo colgando de ostas, pajaritos, amantes y cuanto alambre supusiera un apoyo y la pintura de la chimenea y los mamparos exteriores comenzando a caer descascarada, mostrando la chapa original y las marcas de construcción de veinte años atrás, que reaparecian como muertos vivos convocados por esa masa de aire polar justo cuando los muchachos hacían el primer paro.

El que no hicieron en Boston pero sí en Nueva York.
Y Juan , ahora que la rodilla le duele un poco más piensa:
 -Mejor lo hubiera pasado dentro de la heladera de repostería…