Hornero gemelo del Resero |
La pelota era italiana. De
cuero fino con gajos de estilo antiguo. Válvula interior y varios sellos que
hablaban de sus valores futboleros. Alguien de la tripulación la había traido
en un viaje anterior y quedó en el pañol de cubierta junto a latas de pintura y
bolsas de estopa.
El “Resero” no era de jugar
mucho al futbol. En los últimos tiempos su Armadora Estatal Argentina lo tenía
como bola sin manija yendo al Norte para hacer el triángulo o en la costa
brasilera.
Remanente de los cargueros
norteamericanos de la guerra, el “Resero”, ex -”Cleveland Forbes” y otros nombres más, un tipo “Liberty” con sus
diez mil toneladas y su máquina a vapor de triple expansión era un pobre
dinosaurio que se empecinaba en subsistir, en una marina mercante que crecía
como adolescente.
mas o menos corta y descarga en el Armazen 18 de Santos a
camiones y gabarras.
Pero las bananas… Solo a
algún genio se le podía ocurrir que en pleno verano del 56, en un buque sin
ventilación y que tardaba mas de una semana en llegar de vuelta, se podían
estibar cachos y mas cachos sin que se madurasen a ritmo de microondas.
Pero ese sabado al mediodia,
esperando que pasara el fin de semana
sin estibadores en el muelle, en un galpón de techo alto con ventanales sucios
y viejos, la pelota rodaba entre los pies del tercer oficial y varios
tripulantes. Después vendría la acalorada siesta sin aire acondicionado y mas tarde la ducha, la camisa brasilera, y el
rumbear primero para “A Chave de Ouro” en la Rua Cámara y después anocheciendo,
el peregrinar a las playas en Avenida Atlantico con sus promesas de amor en San
Vicente.
Ni técnica ni precisión ,
solo ganas de correr de ese grupo de pataduras, y con dos columnnas del
tinglado de “Doças de Santos” como improvisados postes.
PUERTO DE SANTOS AÑOS 60 |
Y en un instante la tragedia.
Un disparo certero termina con la existencia de los vidrios de una ventana.
Y la pelota quedó sola.
No sola, en realidad, sino
bajo el brazo del tercer oficial que azorado contemplaba como sus compañeros de
juegos, sin ningun remordimiento, los dejaban solo y sola, ante el acercarse de
un jeep de la Policia Portuaria.
El dialogo fue de sordos y aunque el tercero
prometía pagar de su bolsillo los gastos ocasionados, los policias insistían en
saber cual había sido el origen de la rotura.
La pelota!
Y entonces el veredicto. Si
la pelota era el motivo del daño se debía proceder a su detención, posiblemente
para interrogarla vaya a saber en que oscura mazmorra de las Doças.
-A bola fica presa!
-La pelota queda presa! Esa fué la expresión
policial. Nada de “femenina o masculino”, no, nada. En claro portugués: la
culpable en cana.
PUERTO DE SANTOS AÑOS 60 |
La pelota indiferente a su
destino continuaba bajo el brazo del tercero sin saber que este ya poseía una
faca para sacrificarla si fuese menester. El cuchillazo antes que la deshonra a
manos paulistas.
Y alli fueron el jeep, los policiales, el
tercero y la pelota bajo su brazo hacia una oficina mal alumbrada en un galpón
fuera del puerto.
Hubo negociaciones, telefonazos a la Agencia,
amenazas y ofertas de pago y siempre la misma amenaza.
-A bola fica presa.!
Por fin y luego de unas dos
horas de discusiones y el pago en efectivo del costo de los vidrios el tercero
volvió a bordo en el mismo jeep.
Una salva de aplausos desde la planchada lo
saludó al llegar. Los prófugos habian recuperado su valor y perdido la siesta y
saludaban el regreso de la pelota italiana de cuero fino.
Para uno; Pasarela, la pelota
no dobla. Para otro; Maradona, la pelota no se mancha. Pero para nosotros, los
del “Resero” en Santos ,esa tarde de enero del 56 :¡¡ la bola nao fica
presa!!
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