jueves, 3 de julio de 2014

LA PELOTA por Capitan Juan Carlos Carrion

 Hornero gemelo del Resero


La pelota era italiana. De cuero fino con gajos de estilo antiguo. Válvula interior y varios sellos que hablaban de sus valores futboleros. Alguien de la tripulación la había traido en un viaje anterior y quedó en el pañol de cubierta junto a latas de pintura y bolsas de estopa.

El “Resero” no era de jugar mucho al futbol. En los últimos tiempos su Armadora Estatal Argentina lo tenía como bola sin manija yendo al Norte para hacer el triángulo o en la costa brasilera.
Remanente de los cargueros norteamericanos de la guerra, el “Resero”, ex -”Cleveland Forbes” y  otros nombres más, un tipo “Liberty” con sus diez mil toneladas y su máquina a vapor de triple expansión era un pobre dinosaurio que se empecinaba en subsistir, en una marina mercante que crecía como adolescente.

 Esta era la situación ahora. Un completo de maiz para Santos y al terminar las operaciones, bananas para Buenos Aires. El maiz de un modo u otro no era dificil de entender en un “Liberty” en la década del 50; bodegas amplias, navegación

mas o menos  corta y descarga en el Armazen 18 de Santos a camiones y gabarras.
Pero las bananas… Solo a algún genio se le podía ocurrir que en pleno verano del 56, en un buque sin ventilación y que tardaba mas de una semana en llegar de vuelta, se podían estibar cachos y mas cachos sin que se madurasen a ritmo de microondas.

Pero ese sabado al mediodia, esperando  que pasara el fin de semana sin estibadores en el muelle, en un galpón de techo alto con ventanales sucios y viejos, la pelota rodaba entre los pies del tercer oficial y varios tripulantes. Después vendría la acalorada siesta sin aire acondicionado y  mas tarde la ducha, la camisa brasilera, y el rumbear primero para “A Chave de Ouro” en la Rua Cámara y después anocheciendo, el peregrinar a las playas en Avenida Atlantico con sus promesas de amor en San Vicente.

Ni técnica ni precisión , solo ganas de correr de ese grupo de pataduras, y con dos columnnas del tinglado de “Doças de Santos” como improvisados postes.


PUERTO DE SANTOS AÑOS 60


Y en un instante la tragedia. Un disparo certero termina con la existencia de los vidrios de una ventana.

Y la pelota quedó sola.
No sola, en realidad, sino bajo el brazo del tercer oficial que azorado contemplaba como sus compañeros de juegos, sin ningun remordimiento, los dejaban solo y sola, ante el acercarse de un jeep de la Policia Portuaria.
 El dialogo fue de sordos y aunque el tercero prometía pagar de su bolsillo los gastos ocasionados, los policias insistían en saber cual había sido el origen de la rotura.

La pelota!
Y entonces el veredicto. Si la pelota era el motivo del daño se debía proceder a su detención, posiblemente para interrogarla vaya a saber en que oscura mazmorra  de las Doças.

-A bola fica presa!
 -La pelota queda presa! Esa fué la expresión policial. Nada de “femenina o masculino”, no, nada. En claro portugués: la culpable en cana.

PUERTO DE SANTOS AÑOS 60


La pelota indiferente a su destino continuaba bajo el brazo del tercero sin saber que este ya poseía una faca para sacrificarla si fuese menester. El cuchillazo antes que la deshonra a manos paulistas.
 Y alli fueron el jeep, los policiales, el tercero y la pelota bajo su brazo hacia una oficina mal alumbrada en un galpón fuera del puerto.
 Hubo negociaciones, telefonazos a la Agencia, amenazas y ofertas de pago y siempre la misma amenaza.
-A bola fica presa.!
Por fin y luego de unas dos horas de discusiones y el pago en efectivo del costo de los vidrios el tercero volvió a bordo en el mismo jeep.
 Una salva de aplausos desde la planchada lo saludó al llegar. Los prófugos habian recuperado su valor y perdido la siesta y saludaban el regreso de la pelota italiana de cuero fino.

Para uno; Pasarela, la pelota no dobla. Para otro; Maradona, la pelota no se mancha. Pero para nosotros, los del “Resero” en Santos ,esa tarde de enero del 56 :¡¡ la bola nao fica presa!!

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