martes, 26 de agosto de 2014

El "TIERRA DEL FUEGO II" EL DESTINO JAPONES por Cap Juan Carlos Carrion

TIERRA DEL FUEGO II
 - Se los dije a todos los que me escucharon la primera vez. No jodan con el Destino Japonés. Hay ahí mucho templo, mucho Dios guerrero de ojos fulgurantes desde hace milenios y en los grandes pebeteros de hierro, humeantes en los jardines de las Pagodas, tirensé el humo, aunque tosan, los Dioses los acompañaran, y no se olviden de sacarse los zapatos...
Pero un domingo en Kobe, sin la multitud de estibadores hormigas que trabajaron hasta la noche anterior al Primer Oficial o Jefe de Cubierta del “Tierra del Fuego II” le pareció que era hora de enfrentar sus propios temores y acometer un incierto periplo.
TIERRA DEL FUEGO II

A Nara !
Nara, la vieja capital del Imperio por los años 700, pero de los 700 en serio, esos mas viejos que Colón, Nara la de la Pagoda de los cinco pisos y el parque de las mil lámparas o mil ciervos.
O por lo menos algo así decía el folleto que le había pasado el segundo oficial y que ya lo precedía rumbo a la estación del tren.
Como antiguo cruzado, en el tránsito por la planchada reclutó al Pilotín de Cubierta y al Carpintero que miraban el paisaje de los galpones con cara de aburridos. Y al trotecito nomás ya estaban en la estación Sannomiya.
TIERRA DEL FUEGO II

Para los barqueros de ELMA que sostenían la aventura de la Línea al Lejano Oriente ,en el 79 en Kobe, la Estación Sannomiya un poquito mas arriba del Daimaru Shopping era un lugar de referencia y además en los carteles indicativos debajo de los signos japoneses estaba escrito en cristiano o algo parecido.
Facil para los avispados casi turistas criollos.
En la Estación y con el boletero fué mas dificil. Como convencerlo que la idea era ir a Nara y nó a Osaka aunque estuviera en camino y que el boleto era también para volver.
Salvados por el gong al arribar el segundo oficial con su esposa y en indescifrable inglés, para el japonés, y para sus colegas, logró los ansiados boletos a Nara haciendo cambio en Osaka.
TIERRA DEL FUEGO II
Cosa de chicos.
Y al llegar el tren al Track No.2 el Carpintero tuvo una extraña premonición. Vió como en un sueño de neblinas su casita de Lanús, un tejido de alambre con achuras encima y a los vecinos preguntando vaya a saber qué.
La imagen del segundo y esposa subiendo en la otra puerta empujados por la multitud, los guardas empujadores y por el Destino Japonés borró su imagen de barrio y lo transportó junto con su Jefe y el Pilotín al fondo del vagón en la última puerta.
Pero su Jefe entendía el sonido de los signos y en Osaka fué como si supieran llegar al Kansai Sen, el tren que los depositó en Nara luego de una hora y media de aguantar la respiración viendo como pasaban extrañas estaciones de nombres indescriptibles entre miles de casitas de juguete y campos de arroz.
Cierto, Nara no era pasear por la Motomachi Street de Kobe buscando televisores portátiles, nó. El Jefe los llevó a buen trote por la Sanjo Dori hasta el Templo Kofukuji, es decir la pagoda de los cinco pisos y hacia adelante hasta el gran Buda y otros que el Pilotín anotaba concienzudamente en su Libreta de Guardia y que les sirvió, tiempo después en el viaje de vuelta , para reconstruir su odisea.
Siempre es dificil volver a casa. Sobre todo en Japón y ahora apurados porque el Carpintero se acordó de que hoy contra la milenaria costumbre de los viernes había fugazza y pizza a la noche.
Como todos saben, Nara está al este de Osaka y al este de Kobe así que siguiendo a Colón el asunto se hubiese resuelto facilmente salvo por el hecho que ya anocheciendo el nombre de una estación se repitió.
No enseguida sino una hora después de haber salido de Nara y me parece que agarramos la Kanjo Sen !, mientras el Jefe da vueltas el folleto y no coinciden los nombres y ya están quedando solo dibujitos en las estaciones y la gente los mira mal y la pizza se aleja como las achuras en la casita de Lanús, donde está el viejo, mamá?
Un japonés se apiada. Ya han cambiado de trenes dos veces. Todos se rien, les dicen jai jai y apuntan con el dedo para cualquier lado. Cada vez mas geishas. El Pilotín tiende a independizarse. El chico ponja es estudiante y les hace un dibujito con las estaciones, los cambios y la recalada a una hamburguesería de Kobe cerca de medianoche.
Ojalá quede fugazza piensa el Primero mientras sube la planchada. En el Comedor encuentra al segundo y a su esposa. Rostros macilentos, abatidos los semblantes muerden una porción fria de muzzarela barquera.
-Que tal, como fué la excursión, vieron que linda es Nara?
-Ma qué Nara! Nunca llegamos. Nos equivocamos en los cambios en las estaciones. Nos pasamos la mitad del tiempo en el tren. Bajamos en Ibaraki y tuvimos que comer en un rancho budista en Kyoto casi en el suelo y la policía nos hizo volver.
No salgo mas!
-Lo que les dije: el Destino Japonés.
Solo dos puertas de diferencia
Unos no llegaron, los otros casi no vuelven...

jueves, 3 de julio de 2014

LA PELOTA por Capitan Juan Carlos Carrion

 Hornero gemelo del Resero


La pelota era italiana. De cuero fino con gajos de estilo antiguo. Válvula interior y varios sellos que hablaban de sus valores futboleros. Alguien de la tripulación la había traido en un viaje anterior y quedó en el pañol de cubierta junto a latas de pintura y bolsas de estopa.

El “Resero” no era de jugar mucho al futbol. En los últimos tiempos su Armadora Estatal Argentina lo tenía como bola sin manija yendo al Norte para hacer el triángulo o en la costa brasilera.
Remanente de los cargueros norteamericanos de la guerra, el “Resero”, ex -”Cleveland Forbes” y  otros nombres más, un tipo “Liberty” con sus diez mil toneladas y su máquina a vapor de triple expansión era un pobre dinosaurio que se empecinaba en subsistir, en una marina mercante que crecía como adolescente.

 Esta era la situación ahora. Un completo de maiz para Santos y al terminar las operaciones, bananas para Buenos Aires. El maiz de un modo u otro no era dificil de entender en un “Liberty” en la década del 50; bodegas amplias, navegación

mas o menos  corta y descarga en el Armazen 18 de Santos a camiones y gabarras.
Pero las bananas… Solo a algún genio se le podía ocurrir que en pleno verano del 56, en un buque sin ventilación y que tardaba mas de una semana en llegar de vuelta, se podían estibar cachos y mas cachos sin que se madurasen a ritmo de microondas.

Pero ese sabado al mediodia, esperando  que pasara el fin de semana sin estibadores en el muelle, en un galpón de techo alto con ventanales sucios y viejos, la pelota rodaba entre los pies del tercer oficial y varios tripulantes. Después vendría la acalorada siesta sin aire acondicionado y  mas tarde la ducha, la camisa brasilera, y el rumbear primero para “A Chave de Ouro” en la Rua Cámara y después anocheciendo, el peregrinar a las playas en Avenida Atlantico con sus promesas de amor en San Vicente.

Ni técnica ni precisión , solo ganas de correr de ese grupo de pataduras, y con dos columnnas del tinglado de “Doças de Santos” como improvisados postes.


PUERTO DE SANTOS AÑOS 60


Y en un instante la tragedia. Un disparo certero termina con la existencia de los vidrios de una ventana.

Y la pelota quedó sola.
No sola, en realidad, sino bajo el brazo del tercer oficial que azorado contemplaba como sus compañeros de juegos, sin ningun remordimiento, los dejaban solo y sola, ante el acercarse de un jeep de la Policia Portuaria.
 El dialogo fue de sordos y aunque el tercero prometía pagar de su bolsillo los gastos ocasionados, los policias insistían en saber cual había sido el origen de la rotura.

La pelota!
Y entonces el veredicto. Si la pelota era el motivo del daño se debía proceder a su detención, posiblemente para interrogarla vaya a saber en que oscura mazmorra  de las Doças.

-A bola fica presa!
 -La pelota queda presa! Esa fué la expresión policial. Nada de “femenina o masculino”, no, nada. En claro portugués: la culpable en cana.

PUERTO DE SANTOS AÑOS 60


La pelota indiferente a su destino continuaba bajo el brazo del tercero sin saber que este ya poseía una faca para sacrificarla si fuese menester. El cuchillazo antes que la deshonra a manos paulistas.
 Y alli fueron el jeep, los policiales, el tercero y la pelota bajo su brazo hacia una oficina mal alumbrada en un galpón fuera del puerto.
 Hubo negociaciones, telefonazos a la Agencia, amenazas y ofertas de pago y siempre la misma amenaza.
-A bola fica presa.!
Por fin y luego de unas dos horas de discusiones y el pago en efectivo del costo de los vidrios el tercero volvió a bordo en el mismo jeep.
 Una salva de aplausos desde la planchada lo saludó al llegar. Los prófugos habian recuperado su valor y perdido la siesta y saludaban el regreso de la pelota italiana de cuero fino.

Para uno; Pasarela, la pelota no dobla. Para otro; Maradona, la pelota no se mancha. Pero para nosotros, los del “Resero” en Santos ,esa tarde de enero del 56 :¡¡ la bola nao fica presa!!