GRAF SPEE esta foto la tengo yo, pertenecia a mi padre |
CIUDAD DE MONTEVIDEO |
UN FOTÓGRAFO AUDAZ
Lo conocí, allá por los años 60, en Houston, Texas, donde
vivía desde hacia muchísimos años. Era un uruguayo que había emigrado después
de la Segunda Guerra
Mundial. Óptico profesional, se desempeñaba en la NASA: era el encargado de
regular y poner a punto las cámaras de los satélites que este organismo enviaba
al espacio.
De baja estatura y complexión fuerte, seguía
-a pesar los muchos años viviendo en los EE.UU.- aferrado a la costumbre del
mate (cuando conseguía yerba) y a los asados al estilo rioplatense, siempre y cuando
lograra, de un carnicero mejicano que trozaba reses en un frigorífico cercano,
los cortes que él mismo le indicaba.
Un personaje querible, amiguero,
extremadamente generoso y desinteresado, aficionado a las largas charlas y
anécdotas de su enriquecedora vida. Recuerdo que era un persona bastante mayor
que nosotros, quienes lo frecuentábamos cuando navegábamos por el Golfo de
México y amarrábamos en el puerto de Houston.
Benjamín era su nombre aunque todos lo
llamaban Ben y a pesar de su larga permanencia en ese país (el idioma inglés lo
entendía perfectamente) hablaba con estilo típicamente tarzanezco.
Además de sus labores en la NASA poseía un laboratorio de
reparaciones de instrumentos de precisión, punto de reunión obligado cuando
andábamos por la ciudad. Merced al préstamo de un Volkswagen, que Ben nos
entregaba para nuestra movilidad, dado que en esos lugares las distancias son
enormes, la ceremonia de nuestros encuentros se producía casi religiosamente.
Esta complejidad geográfica recargaba de
trabajo al pequeño automóvil que no paraba de andar, porque cuando no lo
necesitaba uno, lo tomaba otro y así continuamente.
Nuestro personaje en cuestión estaba
casado con una americana de ascendencia mejicana llamada Day (Daisy) quien era profesora de español en la Universidad de Reece.
Era una persona de gran bondad y muy aferrada a su religión (la Bautista), algo que Ben
compartía pero sin que su mujer lograra llevarlo a los oficios de los domingos
en el templo de la ciudad.
Recuerdo una anécdota muy graciosa acerca
de esto: un buen día, debido a no sé que acontecimiento que celebraban en la Iglesia, Day le había
encargado a Ben que le preparara un ponche, lógicamente sin alcohol, puesto que
los bautistas son abstemios.
Ben preparó lo que le había pedido su
mujer y, además, unas empanaditas
tipo argentinas para acompañar la bebida.
Pero hete aquí que al ponche le agregó dos botellas de gin para que las
señoras se sintieran más alegres en el festejo. Demás está decir, obvio es
aclararlo, que Day no sabía nada de esta maniobra.
Finalizados los preparativos en la Iglesia, Ben se fue no sin
antes acordar con su mujer que la volvería a buscar cuando terminara el
festejo. Así lo hizo y, entre carcajadas, rememoraba como las señoras de la Iglesia -ante la mirada
furibunda de Day quien, para ese momento, se había dado cuenta de la broma-
salieron cantando y con los sombreros torcidos.
Cuando llegábamos a Houston todo era una
fiesta para nuestro anfitrión. Algunas veces hacía partícipes en nuestras
reuniones a dos amigos suyos también dados al buen comer y beber, quehaceres
gastronómicos que practicaban en forma por demás generosa.
Pero al recordar estos buenos momentos
experimentados en nuestras vidas, vagando por estas entrañables y numerosas
vivencias, no puedo dejar de referirme a una misión periodística que llevó a
cabo el, por entonces, joven y audaz Benjamín a principios de la segunda
contienda bélica mundial.
No sé si Uds. tienen presente que, a
pocos días de comenzar ésta, se desarrolló la llamada “Batalla del Río de la Plata” entre naves inglesas
y el acorazado de bolsillo “Admiral Graff Spee”. Para quienes no recuerdan el
hecho, que tuvo tanta trascendencia en el mundo, les relataré como fueron y la arriesgada
participación de Benjamín en ellos.
Era el año de 1939. En el amanecer del 13
de diciembre los cruceros británicos “Exeter”, “Ajax y “Achilles”, pertenecientes
a la llamada fuerza “G”, avistaron al acorazado alemán “Graff Spee” (quien
había producido graves trastornos al despliegue de la fuerzas navales Aliadas
en el Atlántico Sur) a 250
millas marinas al nordeste de Punta del Este.
El Comodoro Howard, al mando de los
cruceros, decide interceptar al enemigo. Debido al menor alcance de su
artillería dividió sus fuerzas en dos grupos: el “Exeter”, por una parte, y el “Ajax”
y el “Achilles”por otra. La idea era aprovechar la velocidad de sus buques para
que el acorazado tuviera que batir dos frentes con su artillería que, de por
sí, era mucho más poderosa que la de los ingleses.
Por su parte, el comandante
alemán confundió, en un principio, a los cruceros británicos con un convoy
mercante y fue al encuentro de los mismos con la intención de entrar en combate
directo aprovechando el mayor calibre y alcance de sus piezas de 280mm. Pero,
si bien el acorazado tenía mayor potencia de fuego que las naves inglesas, éstas
tenían mayor velocidad
A las 6.17 AM, el “Graff Spee” abrió fuego con sus seis cañones de
280 mm contra
el “Exeter”, quien repelió el embate con sus seis cañones de 203 mm: había
comenzado “la Batalla
del Río de la Plata”.
Como consecuencia de esta agresión, el “Exeter”
fue alcanzado y quedó fuera de combate, retirándose hacia las Islas Malvinas
donde también estaba en reparaciones el crucero “Cumberland”. El “Graff Spee”,
no obstante, había sido alcanzado por el fuego del “Exeter” pero sin
consecuencias, de manera inmediata, puso proa al Oeste con la intención de
distanciarse de sus enemigos, protegiéndose con una cortina de humo para evitar
ser torpedeado.
Fueron intensos los fuegos de las dos
partes. Los cruceros ingleses también habían sido seriamente averiados por el
acorazado alemán en el marco de una intensísima batalla en la cual ninguna de
las dos fuerzas dio tregua. Casi una hora y media después, a las 07:40 AM, los
ingleses interrumpieron el combate.
El “Graff Spee” lanzó sin éxito una salva de torpedos contra el “Ajax” y
luego, levemente averiado, pero sin víveres ni combustible, entró a las 11:00 PM
al puerto de Montevideo. Los adversarios ingleses sumaron al “Cumberland” al
día siguiente. Los tratados internacionales le concedían al “Graff Spee” el
derecho de permanecer en puerto neutral 72 horas, pero el acorazado necesitaba
más tiempo para efectuar reparaciones.
Mientras se efectuaban los arreglos en Montevideo, el servicio secreto
ingles logró confundir al comandante alemán haciéndole creer que otras unidades
inglesas estaban cerca de Montevideo. Por medio de personal infiltrado entre
las cuadrillas de reparaciones se corrió el rumor de que el “Ark Royal” y el
“Renown” se contaban entre los buques ingleses apostados a la espera de su salida
de Montevideo.
Todavía en puerto uruguayo, el
Alto Mando Alemán telegrafiaba al comandante Hans Langsdorff el siguiente texto:
“Intentad prolongar de todas
formas la estancia en aguas neutrales...combatiendo abriros camino hacia Buenos
Aires, si es posible. No internarse en Uruguay. Si el buque debe ser hundido,
destruidlo completamente”.
Por ese entonces, –corría el
año 1939- Benjamín trabajaba en la agencia de noticias “Transradio”y por ese
intermedio se enteró que una fuerza de navíos ingleses había avistado al “Graff
Spee” cerca de Punta del Este. Las noticias que llegaban a la redacción daban
cuenta, además, que buques de guerra británicos estaban cerca de ese lugar.
Ni corto ni perezoso, Benjamín se puso al habla con un amigo suyo,
piloto civil que trabajaba en una compañía de aviones de carga, que tenia sus
aparatos en el aeródromo de Morón. Juntos decidieron, sin contar con el permiso
de los dueños del avión ni con el aval de las autoridades
pertinentes, salir al otro día a
la madrugada. La idea era sobrevolar el Río de la Plata con el fin de tomar
fotografías del combate que, casi sin seguridad, se podía producir.
Con las primeras luces del 13 de
diciembre y dando como plan de vuelo Rosario de Santa Fe, enfilaron al Río de la Plata y, por corto tiempo,
volaron sobre los buques que protagonizaban el combate. Cuando tuvieron la
intuición que su presencia había sido alertada a las autoridades uruguayas y
argentinas pusieron proa a Buenos Aires. Antes de llegar al aeródromo de Morón,
Benjamín descargo la cámara y la volvió a cargar con película virgen, ocultando
intencionalmente los rollos expuestos en la carlinga del piloto.
Tal como se lo imaginaban no los
estaban esperando en la estación aérea precisamente para felicitarlos sino para
interrogarlos e iniciarles las acciones legales correspondientes. La policía
bonaerense -en ese tiempo la fuerza aérea no se metía en esas transgresiones
policiales- le secuestró la cámara y algunos rollos de película que llevaba en
su maletín y los detuvo, alojándolos en la sede policial de la jurisdicción,
con el propósito de iniciarles un sumario.
Luego de declarar, ya en libertad,
volvieron a la base y sacaron los rollos con el valioso material en estado
latente. Esa misma noche Benjamín se embarcó en el vapor de la carrera “Ciudad
de Montevideo”, quien, todas las noches, al igual que su gemelo “Ciudad de
Buenos Aires”, realizaba la ruta Buenos Aires-Montevideo y viceversa.
Ya en suelo oriental hizo revelar
las fotos y se puso en comunicación con el cónsul inglés. El diplomático no
dudó en comprar ese material estratégico con pleno conocimiento de la relevante
importancia que tenían esas tomas: eran las únicas fotos aéreas de la batalla
del día 13 de diciembre. Pero Benjamín puso una última condición para cerrar el
trato: el cónsul debía dar a publicidad las fotos sin mencionar el origen. Pero
éste iba a ser un escollo perfectamente salvable: quién se iba animar a interrogar
sobre el origen de esas fotografías a tan importante diplomático?...
El 17 de diciembre, vencido el
plazo, el comandante germano hizo desembarcar a la mayoría de la tripulación y
a las 06.15 PM abandonó el puerto. Cuando todo el mundo esperaba que combatiera
fondeó al acorazado a nueve millas de la costa uruguaya, a la vista de la
ciudad. Luego de hacer desembarcar el resto de los tripulantes en un
remolcador, imprevistamente se escuchó una terrible explosión: el orgullo de la Kriegermarine se hundía
rápidamente en las aguas barrosas del Río de la Plata. Tres días más
tarde, Hans Langgsdorff, siguiendo órdenes de Hitler se suicidó en Buenos
Aires…
Gracias a “las fotografías del agregado
naval británico” en Montevideo, el Servicio
de Inteligencia en Londres descubrió atónito que el Graff Spee tenia en el
puente una...enorme antena de Radar !!!
E.D
Nota del autor: los restos del acorazado se encuentran en las coordenadas Latitud Sur 34° 58’.2” y Longitud Oeste 56° l7´.4”
Buenos Aires,
julio de 2004 GRACIAS DON EFRAIN DORREGO
Muy buena historia, excelentes las fotos que acompañan, felicitaciones!
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