sábado, 22 de junio de 2013

enviado por don EFRAIN DORREGO
GRAF SPEE esta foto la tengo yo, pertenecia a mi padre

CIUDAD DE MONTEVIDEO


UN FOTÓGRAFO AUDAZ


       Lo conocí, allá por los años 60, en Houston, Texas, donde vivía desde hacia muchísimos años. Era un uruguayo que había emigrado después de la Segunda Guerra Mundial. Óptico profesional, se desempeñaba en la NASA: era el encargado de regular y poner a punto las cámaras de los satélites que este organismo enviaba al espacio.
       De baja estatura y complexión fuerte, seguía -a pesar los muchos años viviendo en los EE.UU.- aferrado a la costumbre del mate (cuando conseguía yerba) y a los asados al estilo rioplatense, siempre y cuando lograra, de un carnicero mejicano que trozaba reses en un frigorífico cercano, los cortes que él mismo le indicaba.
       Un personaje querible, amiguero, extremadamente generoso y desinteresado, aficionado a las largas charlas y anécdotas de su enriquecedora vida. Recuerdo que era un persona bastante mayor que nosotros, quienes lo frecuentábamos cuando navegábamos por el Golfo de México y amarrábamos en el puerto de Houston.
      Benjamín era su nombre aunque todos lo llamaban Ben y a pesar de su larga permanencia en ese país (el idioma inglés lo entendía perfectamente) hablaba con estilo típicamente tarzanezco.
      Además de sus labores en la NASA poseía un laboratorio de reparaciones de instrumentos de precisión, punto de reunión obligado cuando andábamos por la ciudad. Merced al préstamo de un Volkswagen, que Ben nos entregaba para nuestra movilidad, dado que en esos lugares las distancias son enormes, la ceremonia de nuestros encuentros se producía casi religiosamente.
      Esta complejidad geográfica recargaba de trabajo al pequeño automóvil que no paraba de andar, porque cuando no lo necesitaba uno, lo tomaba otro y así continuamente.
      Nuestro personaje en cuestión estaba casado con una americana de ascendencia mejicana llamada Day (Daisy) quien era profesora de español en la Universidad de Reece. Era una persona de gran bondad y muy aferrada a su religión (la Bautista), algo que Ben compartía pero sin que su mujer lograra llevarlo a los oficios de los domingos en el templo de la ciudad.
      Recuerdo una anécdota muy graciosa acerca de esto: un buen día, debido a no sé que acontecimiento que celebraban en la Iglesia, Day le había encargado a Ben que le preparara un ponche, lógicamente sin alcohol, puesto que los bautistas son abstemios.
     

      Ben preparó lo que le había pedido su mujer y, además, unas                   empanaditas tipo argentinas para acompañar la bebida.  Pero hete aquí que al ponche le agregó dos botellas de gin para que las señoras se sintieran más alegres en el festejo. Demás está decir, obvio es aclararlo, que Day no sabía nada de esta maniobra.
      Finalizados los preparativos en la Iglesia, Ben se fue no sin antes acordar con su mujer que la volvería a buscar cuando terminara el festejo. Así lo hizo y, entre carcajadas, rememoraba como las señoras de la Iglesia -ante la mirada furibunda de Day quien, para ese momento, se había dado cuenta de la broma- salieron cantando y con los sombreros torcidos.
      Cuando llegábamos a Houston todo era una fiesta para nuestro anfitrión. Algunas veces hacía partícipes en nuestras reuniones a dos amigos suyos también dados al buen comer y beber, quehaceres gastronómicos que practicaban en forma por demás generosa.
      Pero al recordar estos buenos momentos experimentados en nuestras vidas, vagando por estas entrañables y numerosas vivencias, no puedo dejar de referirme a una misión periodística que llevó a cabo el, por entonces, joven y audaz Benjamín a principios de la segunda contienda bélica mundial.
      No sé si Uds. tienen presente que, a pocos días de comenzar ésta, se desarrolló la llamada “Batalla del Río de la Plata” entre naves inglesas y el acorazado de bolsillo “Admiral Graff Spee”. Para quienes no recuerdan el hecho, que tuvo tanta trascendencia en el mundo, les relataré como fueron y la arriesgada participación de Benjamín en ellos.
     Era el año de 1939. En el amanecer del 13 de diciembre los cruceros británicos “Exeter”, “Ajax y “Achilles”, pertenecientes a la llamada fuerza “G”, avistaron al acorazado alemán “Graff Spee” (quien había producido graves trastornos al despliegue de la fuerzas navales Aliadas en el Atlántico Sur) a 250 millas marinas al nordeste de Punta del Este.
     El Comodoro Howard, al mando de los cruceros, decide interceptar al enemigo. Debido al menor alcance de su artillería dividió sus fuerzas en dos grupos: el “Exeter”, por una parte, y el “Ajax” y el “Achilles”por otra. La idea era aprovechar la velocidad de sus buques para que el acorazado tuviera que batir dos frentes con su artillería que, de por sí, era mucho más poderosa que la de los ingleses.
     Por su parte, el comandante alemán confundió, en un principio, a los cruceros británicos con un convoy mercante y fue al encuentro de los mismos con la intención de entrar en combate directo aprovechando el mayor calibre y alcance de sus piezas de 280mm. Pero, si bien el acorazado tenía mayor potencia de fuego que las naves inglesas, éstas tenían mayor velocidad
  
     A las 6.17 AM, el “Graff Spee” abrió fuego con sus seis cañones de 280 mm contra el “Exeter”, quien repelió el embate con sus seis cañones de 203 mm: había comenzado “la Batalla del Río de la Plata”.
     Como consecuencia de esta agresión, el “Exeter” fue alcanzado y quedó fuera de combate, retirándose hacia las Islas Malvinas donde también estaba en reparaciones el crucero “Cumberland”. El “Graff Spee”, no obstante, había sido alcanzado por el fuego del “Exeter” pero sin consecuencias, de manera inmediata, puso proa al Oeste con la intención de distanciarse de sus enemigos, protegiéndose con una cortina de humo para evitar ser torpedeado.
     Fueron intensos los fuegos de las dos partes. Los cruceros ingleses también habían sido seriamente averiados por el acorazado alemán en el marco de una intensísima batalla en la cual ninguna de las dos fuerzas dio tregua. Casi una hora y media después, a las 07:40 AM, los ingleses interrumpieron el combate. 
    El “Graff Spee” lanzó sin éxito una salva de torpedos contra el “Ajax” y luego, levemente averiado, pero sin víveres ni combustible, entró a las 11:00 PM al puerto de Montevideo. Los adversarios ingleses sumaron al “Cumberland” al día siguiente. Los tratados internacionales le concedían al “Graff Spee” el derecho de permanecer en puerto neutral 72 horas, pero el acorazado necesitaba más tiempo para efectuar reparaciones.
    Mientras se efectuaban los arreglos en Montevideo, el servicio secreto ingles logró confundir al comandante alemán haciéndole creer que otras unidades inglesas estaban cerca de Montevideo. Por medio de personal infiltrado entre las cuadrillas de reparaciones se corrió el rumor de que el “Ark Royal” y el “Renown” se contaban entre los buques ingleses apostados a la espera de su salida de Montevideo.
     Todavía en puerto uruguayo, el Alto Mando Alemán telegrafiaba al comandante Hans Langsdorff el siguiente texto: “Intentad prolongar de todas formas la estancia en aguas neutrales...combatiendo abriros camino hacia Buenos Aires, si es posible. No internarse en Uruguay. Si el buque debe ser hundido, destruidlo completamente”.
      Por ese entonces, –corría el año 1939- Benjamín trabajaba en la agencia de noticias “Transradio”y por ese intermedio se enteró que una fuerza de navíos ingleses había avistado al “Graff Spee” cerca de Punta del Este. Las noticias que llegaban a la redacción daban cuenta, además, que buques de guerra británicos estaban cerca de ese lugar.
   Ni corto ni perezoso, Benjamín se puso al habla con un amigo suyo, piloto civil que trabajaba en una compañía de aviones de carga, que tenia sus aparatos en el aeródromo de Morón. Juntos decidieron, sin contar con el permiso de los dueños del avión ni con el aval de las autoridades 
pertinentes, salir al otro día a la madrugada. La idea era sobrevolar el Río de la Plata con el fin de tomar fotografías del combate que, casi sin seguridad, se podía producir.
    Con las primeras luces del 13 de diciembre y dando como plan de vuelo Rosario de Santa Fe, enfilaron al Río de la Plata y, por corto tiempo, volaron sobre los buques que protagonizaban el combate. Cuando tuvieron la intuición que su presencia había sido alertada a las autoridades uruguayas y argentinas pusieron proa a Buenos Aires. Antes de llegar al aeródromo de Morón, Benjamín descargo la cámara y la volvió a cargar con película virgen, ocultando intencionalmente los rollos expuestos en la carlinga del piloto.
    Tal como se lo imaginaban no los estaban esperando en la estación aérea precisamente para felicitarlos sino para interrogarlos e iniciarles las acciones legales correspondientes. La policía bonaerense -en ese tiempo la fuerza aérea no se metía en esas transgresiones policiales- le secuestró la cámara y algunos rollos de película que llevaba en su maletín y los detuvo, alojándolos en la sede policial de la jurisdicción, con el propósito de iniciarles un sumario.
    Luego de declarar, ya en libertad, volvieron a la base y sacaron los rollos con el valioso material en estado latente. Esa misma noche Benjamín se embarcó en el vapor de la carrera “Ciudad de Montevideo”, quien, todas las noches, al igual que su gemelo “Ciudad de Buenos Aires”, realizaba la ruta Buenos Aires-Montevideo y viceversa.
    Ya en suelo oriental hizo revelar las fotos y se puso en comunicación con el cónsul inglés. El diplomático no dudó en comprar ese material estratégico con pleno conocimiento de la relevante importancia que tenían esas tomas: eran las únicas fotos aéreas de la batalla del día 13 de diciembre. Pero Benjamín puso una última condición para cerrar el trato: el cónsul debía dar a publicidad las fotos sin mencionar el origen. Pero éste iba a ser un escollo perfectamente salvable: quién se iba animar a interrogar sobre el origen de esas fotografías a tan importante diplomático?...
   El 17 de diciembre, vencido el plazo, el comandante germano hizo desembarcar a la mayoría de la tripulación y a las 06.15 PM abandonó el puerto. Cuando todo el mundo esperaba que combatiera fondeó al acorazado a nueve millas de la costa uruguaya, a la vista de la ciudad. Luego de hacer desembarcar el resto de los tripulantes en un remolcador, imprevistamente se escuchó una terrible explosión: el orgullo de la Kriegermarine se hundía rápidamente en las aguas barrosas del Río de la Plata. Tres días más tarde, Hans Langgsdorff, siguiendo órdenes de Hitler se suicidó en Buenos Aires…

      Gracias a “las fotografías del agregado naval británico” en Montevideo, el    Servicio de Inteligencia en Londres descubrió atónito que el Graff Spee tenia en el puente una...enorme antena de Radar !!!


E.D

 

Nota del autor: los restos del acorazado se encuentran en las coordenadas Latitud Sur 34° 58’.2” y Longitud Oeste 56° l7´.4”

                                                                                              
                                                                                                                                                                                                                    Buenos Aires, julio de 2004      GRACIAS DON EFRAIN DORREGO

1 comentario:

  1. Muy buena historia, excelentes las fotos que acompañan, felicitaciones!

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