martes, 2 de julio de 2013

Viaje del Río Carcarañá a Malvinas - Por Pancho Elizalde

Río Carcarañá

Río Carcarañá

Río Carcarañá

02. Buenos Aires, Marzo de 1982 Marzo de 1982,

Escuela Nacional de  Náutica "Manuel Belgrano", nos  recibimos de oficiales mercantes. Mi  especialidad, radiocomunicaciones.

Había hecho la práctica embarcado en  ELMA, como el 80% de mis compañeros  de promoción. No había trabajo en  ELMA, bueno a esperar en la lista del  Centro de Radios, a ver de donde me  pueden llamar para embarcar y  trabajar.

Alrededor del 20 de marzo, media  mañana, suena el teléfono, yo  apoliyando a pata suelta. Mi Vieja  atiende, el Jefe de Oficiales de Personal  Embarcado, López, para que me  presente urgente. ¡¿Qué pasa?! Que no  moleste López, si ya me dejó afuera.

Voy con tranquilidad hasta el puerto a  las oficinas de la Gerencia de  Operaciones de ELMA. Me preguntar si  quiero navegar con ellos, si por  supuesto. Andá a hacerte la revisación  médica y después venite para terminar  los papeles: OK. ¿Se habrán jubilado  muchos? ¿Hay más barcos? ¿Qué corno  pasa? Silencio de Radio. Vuelvo del  sanatorio de ELMA, listo. Bueno,  Pancho. Andá a la estación costera que  vas a estar en comisión hasta que haya  buque.

Caminando hacia el fondo, debajo del  tanque de agua, que ya no existe más,  estaba la planta receptora de Boca  Radio LSA, la estación costera de  radiotelegrafía de ELMA. Nadie sabe  que pasa, teníamos que hacer refuerzo  de guardia, tiernitos como estábamos  los recién recibidos. ¿Alguna novedad?  Ninguna. ¡Qué raro! 1 de abril a la  noche, viene el Dr. Norberto Bermúdez,  profesor de la ENN de todos nosotros,  Jefe de la Estación costera y abogado.

Nuestro padre profesional y gran  amigo.

Con un clip abierto entre las manos y  en la boca, como siempre, nos junta en  la sala de recepción. "Miren muchachos,  vamos a tener que mandar un mensaje  cifrado a la hora de la lista de tráfico,  después de la emisión de la síntesis  informativa por Morse.

Todo confidencial y secreto, no se debía  comentar nada. ¿Qué carajo pasa?  2 de abril, 7 de la mañana, abro la  puerta de casa, el diario, se dilucidó el  hecho: estábamos en Malvinas.

03. Salvedad y embarque

En realidad les estoy contando una  historia, mis vivencias, no como  soldado o militar, sino desde la  condición de civil en la que fui a la  guerra. Creo que es un enfoque distinto  al que el resto de mis hermanos VGM  (Veteranos de Guerra de Malvinas),  pueden contar.

Los marinos mercantes, mercantes a  secas, somos una mezcla de gente  proveniente de distintos orígenes. La  maestranza y la marinería se forman en  escuelas de la Prefectura Naval  Argentina, la policía de las aguas (PNA),  donde en un curso de unos meses, se  les imparte la instrucción básica  necesaria para poder embarcar.

Deberán aprobar el examen para poder  obtener la Libreta de Embarco,  documento que les permite trabajar,  justamente, embarcados. Cabos y  suboficiales de ARA y PNA, pueden  también obtener la libreta y venían a  navegar a la Mercante.

Los Oficiales provenimos, básicamente  de la Escuela de Náutica Manuel  Belgrano, fundada por este gran  hombre en 1799, durante su paso por  el Real Consulado de Buenos Aires.

Actualmente hay solo dos  especialidades, Cubierta y Máquinas,  hasta hace unos 30 años eran 4.

Radiocomunicaciones y Administración,  también se estudiaban en la ENN  (también llamada jocosamente Escuela  Nacional de Náufragos).

La Escuela depende de la Armada, y  hay una formación profesional con  algunos rasgos de la militar pero muy  leve. Son 3 años en la Escuela y un año 3 embarcado como Pilotín, un pasante, en  algún buque mercante.

También muchos oficiales y suboficiales  maquinistas y electricistas de la  Armada, que pidieron la baja o el retiro,  venían a navegar con los mercantes, y  pese a las diferentes formaciones, se  han armado amistades y tripulaciones  muy buenas, donde esas diferencias se  achatan y realimentan la convivencia.

Los mercantes pueden estar navegando  meses y meses sin ver a la familia y  compartiendo la vida con un montón de  gente que podrán ser conocidos  algunos, si sos tripulante habitual de un  buque o empresa, o circunstanciales si  estás haciendo un relevo (suplencia).

La disciplina a bordo, es la de cualquier  trabajo, con respeto, pero no se parece  a la disciplina militar, es mucho más  relajada.

Hecha la salvedad, para ubicarlos en  nuestro entorno continúo con el relato.

Hasta el 1º de abril, los Radios recién  egresados y recién incorporados a  ELMA como Oficiales, antes habíamos  sido Pilotines, es decir pasantes,  hacíamos guardia de operadores en las  frecuencias tranquilas de LSA Boca  Radio.

A partir del 2 de abril, en nuestra  condición de Oficiales Mercantes  (civiles) también hacíamos de estafetas  entre LSA Boca Radio, frente a lo que  era el Policlínico Ferroviario y el  Servicio de Comunicaciones Navales en  el Edificio Libertad. Esto implicaba una  larga caminata de un lado a otro  cuando llegaban mensajes de nuestros  buques (los de ELMA) para la ARA.

Pasado el 2 de abril hay que empezar a  aprovisionar las islas, así que hay  estamos nosotros, los mercantes.

Se inician los viajes con destino al Sur,  algunos hacia el continente, muy pocos  hacia las islas.

El primero en ir a las Islas es el Río  Cincel, el Jefe de Radio era el Negro  Mansilla y tenía como Pilotín a Marcia  Marchesotti. La noche que salieron de  las Islas estuve toda la guardia atento a  una de sus frecuencias de trabajo  exclusivamente a la orden por cualquier  necesidad hasta que nos informaron  que habían dejado la zona de exclusión.

En la semana tengo un intento fallido  de embarque en el Río Neuquén, al final  se fue el Polaco Veluscek, compañero  de promoción, como Jefe.

A los dos o tres días me avisan,  “Panchito, embarcás en el Río  Carcarañá como 1er radio. Tomá la  boleta, andá presentate en el buque,  está en Dique 4.

En esa época, donde ahora está el  Yacht Club Puerto Madero, estaban los  barcos medio desactivados o por  desactivar antes del desguace.

El Río Carcarañá ya estaba par el  desguace, veremos adonde vamos.

Así fue como me encontré con el Gordo  Raúl Bechi, como Jefe de Radio,  lamentablemente ya fallecido. Raúl no  había hecho la Escuela, había obtenido  su título dando los exámenes como  libre. Todo un mérito. Entrerriano,  campechano, ponía cara de malo. Un  poco más grande que yo, no mucho.

Una mañana tenemos que presentarnos  en el Edificio Libertad para recibir  instrucciones. Mientras íbamos  caminando por la plazoleta que existía  anteriormente por la Av. Presidente  Castillo, el Gordo (yo no soy flaco, pero  soy Pancho) me dice muy serio: “Mirá  pibe, te aviso que para trabajar yo soy  un hijo de puta”. “Qué bien”, le  contesto, “porque entonces vamos a  ser dos.”  Muchos años después Raúl me confesó  que ese fue un punto de inflexión en la  relación entre los dos porque no me  dejé correr. Por supuesto que fuimos  grandes compañeros y amigos, no de  los que se veían habitualmente, pero si  de aquellos que se conocen  profundamente por tantas cosas 4 compartidas.

Cuando llegamos al Edificio Libertad,  nos empiezan a dar planes eventuales  de comunicación frecuencias, etc. Los  miramos y le decimos: Todo bien, pero  nosotros podemos transmitir en 4  frecuencias fijas por cada banda.

Recibir, donde quieran. ¿Tienen idea  adonde vamos?  No, contestan. ¿El buque que línea  hace? Ninguna estaba para desguazar.

La expresión de la cara de esos  hombres no nos presentó un panorama  muy alentador. Su silencio, menos.

Al final quedamos que cualquier  mensaje lo pasaran por LSA, Boca  Radio, la estación costera de ELMA con  quienes teníamos absoluta capacidad  de enlace.

Mientras volvíamos caminando a ELMA,  nos miramos y al mismo tiempo  pusimos cara de" que sea lo que Dios  quiera". Los buques mercantes tiene  como única defensa la velocidad y la  suerte, si las tienen. Sabés que sos  punto, nunca banca. Lo que podés  hacer en un conflicto armado es  entregar la carga y rajar, no hay otra  alternativa.

Allá volvimos al buque, tuvimos que  armar toda la instalación de baterías  para usar con los equipos de  emergencia, una sala con tres pisos de  baterías para poder mantener la  estación funcionando durante muchas  horas. Cargarlas, verificarlas. Revisar  las antenas de transmisión, los equipos  transmisores, instalar un receptor de  banda corrida. Ver el estado de los  radares, sonda ecoica, handys, etc. La  ventaja era que éramos dos. Tuve la  suerte de haber tenido muy buenos  Jefes durante mi Pilotinaje y no estaba  tan verde, así que pude ayudarlo a Raúl  y laburamos como locos.

No se sabía cuando zarpábamos, ni nos  comunicaban adonde. Las pilchas y los  efectos personales, ya los teníamos a  bordo porque no sabíamos si teníamos  tiempo para ir a buscarlos.

En la Mercante cada uno se lleva lo  suyo, no hay provisión ni bolsa de  equipo, ni nada parecido. Me llevé  borceguíes, camperas de frío, dos,  sweaters gruesos, gorro de lana,  cuchillos de hoja fija y Victorinox. Un  bolso con herramientas, libros,  radiograbador y música en cassettes.

A medida que pasaban los días, nos  cruzábamos con los otros tripulantes y  nos íbamos presentando  paulatinamente.

Al buque lo empezaron a cargar en una  de las dársenas, carga general. Dos  bodegas llenas de tambores de 200 lts.

con gasoil, nafta súper y JP1.

Containers de combustible en cubierta  de 10' pegados al casillaje. Una batería  antiaérea completa, con sus camiones  cargados de munición y su armamento,  cocinas de campaña, jeeps, alimentos  frescos y congelados. Un camión de 20  ton, proyecto de CITEFA, el Yarará con  lanzador de cohetes, 72 por  lanzamiento, si no me equivoco, y 144  cohetes, equivalente a dos  lanzamientos. Con el camión vinieron el  Capitán Marcelo Novoa y el Sargento  Ayudante Benzo, ambos de Ejército  Una vez en navegación, nos anuncian  que nuestro destino era Puerto  Argentino. Hay que oscurecer el buque,  se le pega papel madera a todos los  ojos de buey y se pinta el papel de  negro, las luces por la mitad o menos.

Como había que cubrir guardia  permanente y éramos 2, el Gordo  organiza y me dice hacemos 4 y 4 y 8 y  8. Esto significaba que yo hacía la  guardia de 0400 a 1200, Raúl de 1200  a 1600, nuevamente yo de 1600 a  2000 y Raúl de 2000 a 0400. De ese  modo, dormíamos casi 8 horas seguidas  sin problema. O trataríamos.

Escuchábamos 4 frecuencias al mismo  tiempo. Los transmisores bien  apagados.

Empezaba otra aventura marítima, no 5 teníamos idea cuanto de cierto tenía  esa expresión 

04. Navegación, cruce y llegada Ya en navegación.

Bien pegado a la  costa continental hasta la latitud de  Cabo Belgrano y de ahí, rumbo 090 a  toda máquina para pegarse a las Islas,  navegando hacia Puerto Argentino  desde el Sur.

Llegamos a Puerto Argentino, el 26/27  de abril, de noche. Nos encontramos  con uno de los guardacostas de la PNA,  que nos pasa el trazado del campo  minado frente a Puerto Argentino,  respirando más tranquilos.

Salimos en todos los diarios, "habíamos  quebrado el bloqueo".

Por suerte, me enteré mucho tiempo  después, en algún lugar lo leí, les ruego  que si alguien tiene información, tanto  para corroborar para refutar le  agradezco muchísimo que la exponga,  que estuvimos "acompañados" por el  submarino nuclear británico Conqueror,  que nos quería hundir frente a Puerto  Argentino como demostración. El Gral.

Vernon Walters, decía la publicación,  convenció a los ingleses de no hacerlo  para no cortar las negociaciones en ese  momento. Eso lo confirmó el Alte.

Anaya en el juicio que le hicieron por la  Guerra.

Los seguimos, guiados por la luz de  popa de la lancha, fondeamos cerca del  aeropuerto, del otro lado de la boca que  da a Puerto Argentino.

Ahí empezamos a ver como hacíamos  para entregar la carga que llevábamos.

Tarea difícil porque no había  instalaciones que tuvieran el tamaño  suficiente para que pudiéramos amarrar  y descargar.

Ya había llegado el B/M Formosa, que  estaba fondeado dentro de la bahía de  P. Argentino y próximo al aeropuerto.

¿Qué profundidad hay en muelle?  ¿Quiénes van a hacer la descarga?  ¿Qué órdenes tenemos?  Todo un misterio, con Raúl, seguíamos  cubriendo las guardias permanentes. En  un momento se nos avería un radar, no  teníamos muchos repuestos y  empezamos a revisarlos.

Se acerca el ARA Isla de los Estados,  con quienes tuvimos mucho contacto  durante el conflicto hasta que los  hundieron, hablo con el Radio y me  dicen que en tierra no había nada y es  un quilombo. Nos miramos con Raúl,  veremos que inventamos y  desarmamos un equipo de música para  sacar unos elementos, resistores  grandes y pusimos en marcha,  precaria, el radar averiado.

No hay agua en el muelle para que  podamos entrar, así que empezamos el  alije al Forrest, un buquecito de la FIC,  tripulado por personal de ARA al  comando del entonces Teniente de  Navío Molini Molina. Pintado de rojo con  casillaje blanco, su nombre clave era  "Perdiguera".

Los soldados conscriptos que venían  para descargar el buque no tenían  posibilidad de hacerlo, así que el  Capitán del buque ordena que los  manden a la cubierta de pasaje y que  les den de comer. La tripulación  empezó a poner colchones en los  camarotes y el Tano Canzano, el Jefe  de cocina, empezó a cocinar unos de  sus legendarios guisos.

Mientras tanto la tripulación del buque  empezó a trabajar de estibadores con la  carga.

Ya no me acuerdo que fecha fue, pero  una noche, con muy poca luz en  cubierta, en el medio de la niebla,  traían rodando desde proa hacia el  centro, barranca abajo, tambores de  combustible hasta el lugar donde se  podía cargar al Forrest. La maniobra es  complicada porque la cubierta es de  acero, si hay manchas de hidrocarburo,  reite del chorizo en fuente de loza, con  el frío y el peso del tambor tenés que  tener mucho cuidado para que no se te  desboque. Así se descargan decenas y  decenas de tambores, muy  artesanalmente.

Toda la tripulación desde el Capitán, los  militares embarcados con nosotros, 6 todos, salvo nosotros dos Radios,  descargaron el buque.

Para muchos era debut en esa tarea,  otros tenían algo de idea de ver hacer  las tareas por otros. La tripulación  mercante, como los chóferes de los  camiones, llevan el buque o el camión,  la carga y descarga, la hacen otros.

Pero tripas corazón y a descargar.

Pasan los días. A los mercantes, estar  fondeados nos pone mal, estar  fondeados en zona de guerra con el  buque cargado hasta el upite (como  diría un cordobés) de explosivos e  inflamables, te pone muchísimo más  nervioso.

Antes de que me despertara o me  levantara para tomar la guardia, Raúl  me patea la puerta y me dice: Gordo,  levantate que tenemos que  desembarcar. No entendía nada, habían  bombardeado el aeropuerto y la idea  era que desembarcáramos en los botes  a tierra por que si nos pegaban,  volábamos a la mierda. Empezar a  vestirse, juntar lo necesario. Esperar a  que avisaran a los puestos de guardia  para que no pensaran que fuese un  desembarco inglés. Apagar el buque no  es una broma. Empezamos con todo, ya  prontos a efectuar la maniobra.

Contraorden, nos quedamos.

Ya nos habían pedido esa noche que  tuviéramos todas las luces de cubierta  prendidas, mientras oscurecían la  población. El Formosa, fondeado más  cerca del aeropuerto parecía el  hipódromo de San Isidro una noche de  reunión. Nosotros, apenas uno que otro  reflector, débil. Mucha gracia no nos  hacía el pedido. Arriba del buque no  hay pozo de zorro.

Ahí estamos velando, cuando llega el  amanecer, estaba haciendo escucha en  la frecuencia de llamada y socorro de  RTF, 2182 kHz, y si no me equivoco, a  las 0730 u 0830 (treinta minutos antes  del ataque), escucho un mensaje del  Almirante Woodward en español  solicitando la rendición del contingente  argentino, que el Gobernador y los  jefes de las tres fuerzas en las islas se  dirigieran en un helicóptero a su buque  insignia, ¿el Hermes? para negociar la  capitulación.

Repite a los 10 min., a los 5 min., le  digo al Gordo, preparate porque se  arma. A las 0800 o 0900 se empiezan a  sentir los disparos de los AA, se ven las  trazantes luminosas que explotan por  encima de las nubes, ¿Están tirando?  ¿Será munición verdadera? Nosotros en  una nube de p2, desde el alerón del  buque mirando el show en la más  profunda de las estupideces, inocencia  o inconsciencia hasta que... de la capa  de nube aparecen los Harriers y uno  que se dirige hacia nosotros tirando con  su cañón, ametralladoras, gomera, lo  que fuese. Salimos corriendo todos y  nos metimos en el hall de inicio de la  escalera todos juntos, de ahí a nuestros  puestos de trabajo. La orden era zarpar  y salir de ahí.

El Flaco Zenobi, Jefe de Máquinas,  siempre con su gorra de conductor de  locomotora yanqui y el petiso Lombardi,  primer oficial de máquinas, amigo del  Flaco, genios con los fierros, se miraron  al oír la orden pensando como carajo  hacían para poner el buque en marcha  nuevamente. Si apagarlo no es joda,  arrancarlo, muchísimo menos. El motor  principal se arranca con aire  comprimido como burro de arranque,  había presión, pero tampoco... mucha.

Hicieron todas las maniobras  necesarias, ajustaron todo, se fueron  hasta la consola, se persignaron,  rezaron, se abrazaron y empezaron el  arranque y arrancó.

Santiago Tettamanzi, el Comisario veía  por el ojo de buey de su camarote los  piques en el agua de la ráfaga del  Harrier que se interrumpieron justo  antes de llegar al buque.

Salíamos con el Formosa, pero, ¿Para  dónde? Pedíamos órdenes y no sabían  que decir, al final nos fuimos por donde  entramos, hasta llegar a Ensenada del  Toro. Con las islas bajas un buque  como el Río Carcarañá es más difícil de  esconder que un elefante en un  hormiguero.

Lo atacan al Formosa, que seguía para  el continente, vamos en su auxilio, 7 navegamos toda la noche y nos  fondeamos en Bahía Fox, la mañana del  2 de mayo estábamos fondeados en el  sur de Gran Malvina.

No teníamos idea de todo lo que  faltaba.

P.D. Seguro que me estoy equivocando  en un montón de cosas pero es el relato  espontáneo de lo que me acuerdo  haber vivido. Acepto correcciones,  consultas y ver que puedo aclarar  mejor. Gracias 

05. 2 de mayo y sucesivos

Noche larga, miedo, incertidumbre, el  famoso "¿Qué corno hago acá si podría  estar en casa tranquilo? No se  confundan entre la posibilidad de poder  responder a un ataque, a la de no tener  ninguna posibilidad de respuesta. Es  total y completamente, diferente,  aunque no lo parezca.

Fondeados frente a Bahía Fox,  estuvimos un par de días descargando  tambores de combustible al Forrest, al  Isla de los Estados y al Monsunen.

En el Isla de los Estados estaba el Flaco  Cuevas, Alejandro, maquinista naval,  compañero de promoción. Otro tipo  increíble. Una anécdota que lo pinta fue  cuando éramos cadetes. Época de  exámenes, el régimen de la Escuela  hace que te sientas aún en el  secundario, aunque haya muchos otros  signos que deberían ser suficientes para  darte cuenta que no es así.

Cazadores furtivos hay en todas partes  y ni que hablar en la Escuela Nacional  de "Náufragos"/Náutica. Uno de estos  días de exámenes, alguno de los  cazadores furtivos se encontró  "inexplicablemente" con el cuestionario  de uno de los posibles exámenes, o eso  suponemos, porque al sospechar un  Oficial de alguna tramoya en danza,  alguien le pasa el papel al Flaco  Cuevas. "Cuevas, ¿qué tiene en la  mano?" "Nada, señor", le responde  mientras hábilmente acerca su mano a  la boca, mastica y traga rápidamente el  objeto en cuestión. A falta de pruebas,  no hubo delito.

Bien sigamos, el Flaco venía siempre al  buque, en realidad, de algún modo el  Carcarañá hacía de refugio y spa de  todo aquel que pudiera venir, Santiago  administraba maravillosamente la  comida y la habitabilidad en una  situación más que traumática, dando  alivio a todos. Sencillo, callado pero  muy efectivo, una maravilla navegar  con él.

Así que las tripulaciones de los otros  barcos se quedaban a comer con  nosotros, se bañaban tranquilos, ya que  las comodidades que teníamos eran  muy superiores a las propias.

En uno de esos alijes, el flaco me  confiesa que estaba cansado, medio  desanimado," ni siquiera hice la bolsa  de supervivencia". No jodas, Ale,  hacela.

No le hubiese servido de mucho,  lamentablemente.

Llega la orden de desplazarnos a otro  lugar, así que había que meterse en el  Estrecho de San Carlos a "escondernos"  o por lo menos salir de Fox que era un  punto sino caliente, ene ese momento,  por lo menos era algo más que tibio.

La navegación en aguas restringidas es  complicada, más si no tenés cartas  adecuadas para tal hecho. Tampoco  tenés certeza de los sondajes  (profundidades), ni localización exacta  de posibles piedras que te pueden abrir  el fondo como si fuera un bisturí. El  Capi (no siempre les gusta que los  llamemos así, pero fueron, son y serán  siempre para la masa, el Capi) se puso  a ampliar la carta al tamaño de escala  para trabajar con navegación costera  como si fuera un cuarterón. El Capitán  Dell'Elicine, náuticamente, era muy  bueno. Se dibujó el cuarterón, lo  referenció y allá nos fuimos a fondear a  Puerto Rey, meta marcaciones, rumbos,  nerviosismo, gente en proa lista a  fondear y todos expectantes para que 8 el Capi nos llevara a buen puerto y así  fue.

El pronóstico vino de culo, pesto y  fuerte, el inconveniente que existe con  el buque fondeado en una situación tal  es que el ancla garreé (garrear, acción  en la que el ancla del buque debería  quedarse quieta agarrada en el fondo,  pero no se percata de tal hecho y  recorre el fondo del mar arándolo con la  posibilidad cierta de quedarte agarrado  con el buque arriba de una piedra.

Mal pronóstico, temporal, máquina a 5  minutos. Eso significa que los  maquinistas necesitan solo 5 minutos  para salir navegando. Terrible  temporal, el Capi se pasó toda la noche  en el puente con la máquina  funcionando, "navegando" en el mismo  sitio para que el viento no nos tirase  contra la costa. Era como estar  navegando pero siempre en el mismo  lugar.

La guardia en la radio de 0400 a 1200  es larga, la radio con el mínimo de luz  necesario, por suerte siempre venía  alguno a hacer compañía a la estación  de radio, el TF Verón, el negro, el  Capitán de Ejército Marcelo Novoa,  Sargento Ayudante Benzo. Durante el  día es más fácil, pero la noche es larga.

Seguimos con los alijes, viene  Perdiguera (Forrest), el Monsunen con  el Teniente de Navío Gopcevich, el Isla  de los Estados con el Colorado  Payarola, traen noticias, charlamos,  comentamos, compartimos. Les damos  alojamiento para bañarse, comparten la  mesa con nosotros, se va generando  camaradería.

06. Perdiguera se viste de referee.

El Forrest era un barco chico de la FIC,  casco rojo, superestructura blanca.

Rojo y blanco es una de las  combinaciones de colores de mayor  visibilidad, junto con el negro y  amarillo. Razonable para un buque de  cabotaje en las islas, en tiempo de paz,  no en tiempo de guerra. Su  comandante durante el conflicto fue el  entonces TN Molini.

Escucha en alguna frecuencia:  El nombre en clave de la estación de  radio de la ARA en Puerto Argentino,  llamémoslo, Pirulo.

-Atento, Pirulo, aquí Perdiguera. La voz  de Molini fuerte y clara.

- Adelante, Perdiguera.

-Para informar que Perdiguera deja la  camiseta de Independiente para  vestirse de referee.

-Perdiguera aquí Pirulo, repita mensaje.

- Repito, Pirulo. Perdiguera deja la  camiseta de Independiente para  vestirse de referee.

- No entiendo Perdiguera, repita.

-Repito, repito (levantando presión),  Perdiguera, Perdiguera, deja la  camiseta de Independiente para  ponerse la de referee.

- Negativo, Perdiguera, no entiendo.

- ¡QUE LO PINTAMOS DE NEGRO,  PINTAMOS DE NEGRO EL CASCO! (A los  gritos, e imaginando todo el rosario de  improperios que podría estar  profiriendo, sabiamente, el Teniente de  Navío Molini.

07. Agradecimiento

Mal que mal, éramos argentinos por  nacimiento y por residencia, la  tripulación era variopinta, pero civiles al  fin. En uno de los alijes*, viene un  Mayor de Ejército con los soldados para  la descarga de víveres para los  correntinos que estaban en Yapeyú,  Puerto Howard, sobre la costa de Gran  Malvina. Si mal no recuerdo el Mayor  Sturm. Flaco, alto, serio, pero muy  buen talante, un gusto compartir con  él.

Los soldados estaban comiendo en la  cubierta de pasaje y la tripulación  descargando al Forrest o al Monsunen.

El 1º de cubierta de guinchero, el  Capitán de Corbeta Robelo de gango, el  que dirige al guinchero cuando este no  ve donde está la carga, el Capi en  bodega, junto con otros tripulantes,  armando los chinguillos con la  mercadería para aprovisionar a nuestra  gente. 9 Sturm viene a comer a la cámara de  oficiales y pregunta si alguien tiene  algún libro, porque necesitaba leer  algo. Lo llevo para mi camarote donde  siempre tenía una biblioteca conmigo.

Se lleva Juanamanuela Mucha mujer.

Muy agradecido, va recorre el buque y  al rato vuelve a la cámara.

Nos mira y nos dice: "Quiero  agradecerles a Uds. por el trabajo que  están haciendo, la guerra no es el  trabajo de Uds., son civiles y están aquí  ayudándonos. No tienen idea el valor  que tiene para nosotros lo que están  haciendo. Quiero agradecerles en  nombre de mi gente y el mío,  personal."  La verdad que fue uno de los pocos  agradecimientos que recibí en mucho  tiempo por lo que hicimos. Nos hizo  mucho bien.

Me gustaría encontrarme con Sturm,  ¿alguien sabrá algo de él?  Un abrazo.

Pancho 

08. 10 de mayo, día triste

Unos días antes nos dan como nombre  clave, Pilote. Mala fariña, si nos  pusieron Pilote, por más que  terminemos de descargar, de acá nos  mueve ni Mambrú, y como se fue a la  guerra... sonamos.

Nosotros, mercantes, en movimiento,  navegando o en casa.

El Isla de los Estados se lleva lo último  que nos queda, es un poco una  despedida, quien sabe para donde irán  ellos y nosotros. En realidad,  estábamos expectantes para volver al  continente, aunque el tema de Pilote,  en mi fuero interno cortaba muchas  esperanzas.

En la última carga se alijó el Yarará, 24  ton, más de 20 ton, seguro. Maniobra  complicada, hay que hacerla  lentamente con cuidado. Eso de colgar  semejante peso de algo que flota por  más grande que sea, tiene sus  complicaciones. Vehículos de FAA, se  van los pasajeros que vinieron con la  carga, el Cabo Varas de FAA, el Cap EA  Novoa y Sgto. Ay EA Benzo. Después  de cena, zarpan y se van hacia el norte  por el Estrecho de San Carlos.

Me voy a descansar, a las 0400 hay que  tomar guardia, y se hace larga la noche  que se transforma en día. Entre sueños,  escucho idas y venidas ruidos,  bolonqui. Me quedo en la cama, si me  necesitan, me llaman y si no me  necesitan, veré que pasó luego. Puede  sonar duro, pero para eso nos  turnamos, más siendo dos, necesitamos  descansar en la medida que se pueda,  así el otro puede descansar en su  momento.

Me levanto a las 0400, camino los tres  metros desde mi camarote hasta la  radio, de estribor, a la derecha mirando  la proa, a babor, la otra banda  (costado), la de la izquierda.

Buen día, Raúl, ¿qué pasó?  ¿No sentiste?, si sentí pero si no me  llamabas es porque no me necesitabas.

“A las 2300 atacaron al Isla de los  Estados. Por el VHF, lo escuchamos al  Colorado Payarola gritando, Díganle a  los nuestros que somos nosotros,  díganle a los nuestros que somos  nosotros". Después de eso nada más.

Nadie supo nada más del Isla de los  Estados, el Forrest salió a buscarlos por  las islas del Estrecho.

No sabíamos que había pasado.

FAA: Fuerza Aérea  EA: Ejército Argentino  Cap: Capitán  Sgto Ay: Sgto Ayudante 

09. Duraznos con dulce de leche

Domingo 16 de mayo. A bordo, muchos  tripulantes de los buques argentinos,  sabían que día de la semana era gracias  al menú. ELMA, Empresa Líneas  Marítimas Argentinas, sociedad del  Estado, heredera de la vieja tradición  de los buques de pasaje, mantenía las  costumbres administrativas de las  viejas Flota Mercante del Estado (FME)  siempre conocida como Flota y de la  Flota de Navegación de Ultramar, de 10 Alberto Dodero, luego nacionalizada,  conocida como FANU.

ELMA se forma a principios de la década  del '60, y en los años 80 quedaban  muchos tripulantes, en especial oficiales  que provenían de una u otra. Marcaba  diferencias, sobre todo en los relatos de  sobremesa, que si había alguno con  chispa, eran muy reconfortantes y  divertidos.

Bueno, el caso es que martes y jueves,  pastas; viernes, pizza; sábado en  navegación franca lejos de la costa,  asado a la noche; domingo al mediodía,  pasta pero casera, amasada en el  momento. El domingo, como día  festivo, los buenos Comisarios  procuraban que hubiese algún postre y  no la habitual fruta. Santiago  Tettamanzi es de esos Comisarios.

Durante la mañana, oigo un ruido muy  fuerte de aviones, enjaulado en la  radio, no sabía que había pasado.

Pregunto, dos o tres aviones pasaron  encima nuestro, ¿propios o de ellos?  Nadie sabía o nadie dijo.

A las 1200 me releva Raúl, me voy a  almorzar, como algo rico, los cocineros  eran muy buenos. Postre, duraznos en  almíbar con dulce de leche. El dulce de  leche era un producto que se negociaba  en el mercado negro de a bordo. Corta  sobremesa, y a dormir un rato. Aclaro  que soy famoso por dormirme en  cualquier situación y esto significa, un  viernes a la noche, sentado a la mesa  con 6 matrimonios de origen italiano a  los grito; en un sofá cerca de la mesa,  en una reunión de Gerencia,  escondiéndome del Gerente principal;  en la oficina, sentado metiendo la  cabeza entre la ropa del perchero, en el  coche de acompañante, en fin, en  cualquier momento que así lo justifique.

Unos 10-15 min. y adelante, tiro lo que  resta de la noche.

Estoy en la cama, abro los ojos y me  tiro por la escalera, mientras me cruzo  con un montón de gente rajando del  puente y yendo todos al inicio de la  escalera.

Dos o tres Harriers, supongo que dos,  nos atacan. El ruido de los impactos de  los proyectiles contra la chapa naval, el  ruido de los aviones, las bombas que  explotan. Los esfínteres que empiezan  a evacuar gases instintivamente,  apilados, los 40 tripulantes en ese  lugar, el miedo presente en el rostro de  cada uno, dándonos cuenta de lo  terrible del ataque y, siempre, con esa  certeza de que no podés hacer nada  para defenderte.

Pasa el ataque, ninguno estaba herido y  empezamos a ver los daños, los  proyectiles todavía estaban humeantes  en el piso, algunos todavía dando  vueltas. El olor de la pólvora, la  desesperación de ver todo destruido,  ver que pasa.

Se relevan los daños, todos los  elementos de salvaguardia léase  lancha, bote y balsas de la banda del  sol, estribor, destruidos. Solo nos  queda la mitad de los elementos sobre  babor. Es mejor abandonar, ir hasta la  costa y ver después como hacemos.

Mi cama partida al medio, la puerta del  baño destrozada, en el placard la ropa  colgada, rota. Me lo contaron, no me  animé a verlo, miedo, terror, no sé  como describirlo.

Voy primero al bote (por el miedo) bajo  en él para destrabar las trincas de la  pluma mientras lo mantenemos  amarrado. Empezamos a acomodar  todo lo que se podía. El caso es que nos  vamos para tierra, a unas dos millas.

Las fotos las sacó el gordo Balín, (están  en imágenes los links). Mientras  estamos en navegación vuelven dos  aviones, los saludamos, distinguí al  piloto con su caso y mascarilla, venían  bien rasantes. ¿Nos atacarán? Por  suerte, no. Cuando recordé las marcas  de los aviones, por suerte después, me  percaté que habían sido ingleses. 11 Llegamos a la costa, medio rocosa, casi  como un muelle, con kelpers, los  verdaderos, las algas. Desembarcamos,  hacemos un pasamanos, nos sacamos  los salvavidas, los amontonamos en  otro lugar.

Antes de abandonar, nos comunicamos  con Perdiguera, vestido de referee.

Estaban enfrente de nosotros en isla  Swan, habían encontrado náufragos del  Isla de los Estados.

Nos vienen a buscar, les decimos que  mejor mañana. "Mañana no sé dónde ni  como vamos a estar, me dieron la  orden de llevarlos a Fox, Señor.", dijo  Molini.

Vuelta a juntar todo, la lancha y el bote  salvavidas a remolque, creo que la  balsa, en cubierta. No había lugar para  todos adentro. Así que nos turnábamos  para estar afuera y un rato adentro. Ya  era de noche. Miedo, frío,  incertidumbre, maldita incertidumbre.

Empezaba otra etapa de la guerra.

En un momento, el Flaco Zenobi, el Jefe  de Máquinas, lo mira a Santiago y le  dice:  -Che, Santiago.

_ ¿Si?  - Suerte que de postre fueron duraznos  con dulce de leche, que si servías  frutillas con crema nos matan a todos.

Gracias a Dios, siempre hay alguien con  buen ánimo.

10. Fotos del Río Carcarañá luego del ataque




Este es el camarote del 3er oficial de  máquinas, Mauricio Balín, quien tomó  las fotos.


Este era mi camarote, el del 1er oficial  de Radio, en la cubierta del puente de  mando del Río Carcarañá.

11. Desembarco en Puerto Rey, Isla  Soledad



Acá desembarcados, antes de que  el Forrest nos llevara a Bahía Fox.



El Río Carcarañá fondeado luego del  ataque de los Harriers 




Haciendo el pasamanos  descargando los botes.


Mario Appendino, 1er oficial de  cubierta, Duarte, mozo; Sergio  Dorrego, 2do oficial de cubierta, el  resto no distingo.


12. Malas noticias

El día 16 de mayo, mientras nos  atacaban, el "Forrest" rescataba a dos  náufragos del Isla de los Estados. Ve el  ataque, informa a Puerto Argentino y  nos vienen a buscar.

Una vez embarcados, nos encontramos  con el Colorado Payarola, Capitán de  Corbeta, Comandante militar del buque.

Se había salvado junto con un  marinero, López, gallego, para variar.

Cuando me toca el turno de estar  adentro, escucho su relato. Espero que  la memoria no me falle y no me  equivoque en algo.

Nos cuenta:  Una vez que los dejamos, nos dirigimos  hacia el Norte, buque oscurecido  totalmente, sin radar, ni nada.

Sentimos cañonazos y luego nos  impactan, 5 proyectiles, la andanada  completa. Ahí es cuando se escucha por  el VHF" Díganle a los nuestros que  somos nosotros".

Se encontraba en el puente con  Panigadis, Bottaro y López. Aturdido, se  recupera, los levanta a los otros tres,  ya con el buque tumbado hacia una  banda, mientras se hunde entre el  fuego del combustible y sus  explosiones.

Terminan caminando por la banda del  buque, se encuentran con el  Mayordomo del buque, quien se dirige  hacia la cubierta del buque, mientras  que ellos se van hacia el fondo del  casco.

Ve un par de balsas salvavidas ya  infladas y se tira al agua para  acercarlas, toma una, la acerca y sube  a los otros tres náufragos a la misma.

No lo ven más al Mayordomo. Ve que  se desinfla, se tira nuevamente al agua,  recuerden que eso fue a eso de las 23  horas., nada hasta la otra balsa, acerca  ambas balsas y los traspasa a la otra  balsa que está sana.

Mientras la corriente se los lleva hacia  el sur con velocidad, estaban al Norte  de la Isla Swan, y empiezan a acercarse  a ella, lejos de su costa. Empiezan a  evaluar que se tienen que tirar a nadar  para poder llegar a la isla, de otro  modo, la corriente los va a llevar hacia  mar abierto, con escasas posibilidades  de rescate y supervivencia.

Panigadis se tira antes de tiempo, no lo  pueden impedir, los otros tres,  Payarola, Bottaro y López, después.

López, escasamente sabía flotar, entre  Bottaro y Payarola lo van alentando y  llevando hacia la costa. Estiman haber  nadado no menos de una hora. Cuando  hacen pie en la playa, Bottaro sufre un  infarto y muere. Los dos sobrevivientes,  toman el cadáver y lo llevan con ellos.

Encuentran un refugio de los que  suelen existir en las islas, armados por  los kelpers, para contingencias de  temporal. En él encuentran, alimentos,  turba, abrigo, fósforos.

Hicieron señales, hacia donde estaba el  Carcarañá, pero no los vimos.

Los encuentra el Forrest, 6 días  después de su hundimiento, además,  encontraron el torso del mayordomo.

Otro duro golpe en ese domingo 16.

Muchos amigos se fueron, Novoa,  Benzo, el Flaco Cuevas, el Cabo Varas.

A Bottaro lo enterramos en Fox.


13. Fox Bay East



16 de mayo, día largo, muy largo. De  los duraznos con dulce de leche del  mediodía en la cámara, a náufragos  shockeados por la noche.

Ya de noche, muy de noche, llegamos a  Fox. Del Forrest pasamos al Buen  Suceso, en la más profunda oscuridad.

Del Suceso a un muelle de madera que  no da ni para una lancha colectiva.

Frío, incertidumbre, desconocimiento,  desamparo. Esa sensación de angustia  de lo ignorado. Mientras bajamos a  tierra, dan alarma gris, bombardeo  naval. Correr hacia donde nos indican  para meternos en un galpón. Galpón  semicilíndrico, cuyas chapas no llegan  hasta el suelo sino que deja unos 40 cm  para que ventile. Montañas de pasto,  gente del Buen Suceso viviendo ahí.

No entendíamos donde estábamos. Nos  vamos acomodando por grupos,  tratando de ver como hacemos. No  podíamos parar el viento. Algunos se  meten debajo de un tractor. Tratamos  de hacer el menor ruido posible.

La oscuridad amplifica por cinco  cualquier dificultad. No conocés, no  estás acostumbrado a moverte sin luz,  por eso no sabés como moverte, ni  ubicarte. Las frazadas están mojadas  por la condensación del atardecer en  navegación. De alguna manera nos  acomodamos, Raúl y yo, cerca de 0,1  tones. Cada uno. Dos frazadas,  pantalón de gimnasia, pantalón de  fajina, camiseta, camisa, sweater, dos  camperas, gorro, borceguíes, dos pares  de medias. Así y todo, hacía frío, el  miedo enfría. Lo vemos al flaco  Appendino, 1er Of. de Cubierta, flaco,  muerto congelado por el frío. Lo  pusimos entre medio de los dos. Flaco  vos metete entre los dos porque te vas  a congelar. No dormimos, habremos  dormitado, no se. Noche larga, sobre  todo porque en otoño amanece más  tarde.

¿Dónde estamos? ¿Cómo nos  organizamos?  La vida del marino es distinta a la del  combatiente en tierra. Pasamos de la  comodidad a la intemperie. De la  abundancia a la escasez. Recuerden  que éramos civiles en nuestra burbuja,  en el teatro de operaciones, pero civiles  al fin. Repentinamente, entramos en  plena guerra. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue? 

14. 17 de mayo y algo más

A eso de las 0830/0900 empezamos a  tomar referencias de donde estamos,  sigo perdido y medio desorientado, con  respecto a la situación. Frío, viento,  llovizna, a bordo eso no lo sentía.

Veo el galpón va a ser difícil protegerse  ahí. Vemos de armarnos un pozo de  zorro, dan la voz de alarma, alerta roja,  ataque aéreo. Corremos a escondernos,  no sabemos donde, hay una separación  de potreros en un espinillo feroz. Nos  metemos con las espinas, pinchando  nuestra ropa sin saber de que lado  podrán venir los Harriers. Tenemos que  conseguir comida, de todos modos el  miedo, me quita el hambre.

No terminamos de organizarnos.

Ni me acuerdo como pasé esa noche,  pero la sensación de inutilidad en ese  momento es muy fuerte y depresiva.

Todo se sobrelleva, salvo la  incertidumbre. No saber para que lado  rumbear, es malo, pernicioso.

Al otro día, viene el pelado Robelo, CC,  nos llama a los dos radios. Nos  pregunta si conocemos de equipos de 15 radioaficionados, "Algo", contestamos.

¿Quieren dar una mano a la gente de  Ejército? Si, ¿por qué no?  El pelado estaba armado con un Lee  Enfield, cubriéndose el bocho con su  boina de submarinista, había pasado  toda la noche con los integrantes de EA  que estaban a la espera de una ataque  inglés.

Allá nos fuimos con él hasta el puesto  comando de la Ca Ing. 9, que estaba en  una de las casas abandonadas por los  kelpers. Ahí estaba el Jefe de la Ca y su  2do, el Mayor Oscar Minorini Lima y el  Capitán Aníbal Medina.

Querían instalar un equipo de HF  aficionado para ver si nos podíamos  comunicar con Puerto Argentino y el  continente.

Acá empieza otra parte de la historia.

15. Puesto Comando

Así fue que, con el Gordo Bechi, nos  ponemos a ver el equipamiento. Eran  equipos de radio aficionados requisados  a los kelpers, había de todo.

Empezamos a ver lo que teníamos  disponible, creo que un Yaesu HF,  mientras miraba como armar unos  dipolos además de una long wire, junto  con Raúl, nos atacan un par de  Harriers, que tomaban como blanco  principal al Bahía Buen Suceso. El caso  es que, la trayectoria de ataque al  buque pasaba justo por encima del  puesto comando que tenía la Ca Ing 9,  en ese momento, y que suponemos era  un alojamiento para trabajadores de  temporada, esquiladores, cocina,  comedor enorme, habitaciones con  varias camas en la planta superior,  lugar para el puesto en si.

En el momento del ataque, se escucha  la voz del Jefe, Civiles y colimbas al  pozo. El resto conmigo, y ahí nomás  salieron y salimos todos, algunos  soldados nos mostraban donde nos  convenía tirarnos en estos ataques y  era en la barranca que daba a la bahía.

Minorini tiraron con armas de  infantería, trataron de disparar uno de  los SAM, que tenía FAA con el Alférez  Ugarte (ahora Brigadier) pero no salió.

Una vez pasado el ataque, vuelve  Minorini con Medina y sus suboficiales y  deciden trasladar el puesto comando  porque al Buen Suceso no lo iba a  mover nadie.

Nos encara: "Vamos a trasladar el  puesto comando, ¿Uds. se pueden  hacer cargo de cambiar las radios? Si,  por supuesto, fue nuestra respuesta. ¿A  dónde?  A esa otra casa. Bien, le respondemos.

Esa otra casa resultó que era donde,  anteriormente, estaba la estación  costera Fox Bay East. Fuimos a verla y  aprovechamos lo, que de alguna  manera era lo dispuesto para una  estación de radio.

¿Habrá más equipos? Si, ahí mismo,  nos dice Medina. Vengan. Ahí fuimos  los dos "peso pesado" de las  radiocomunicaciones, 0,1ton c/u. Había  de todo. "Necesitan algo", nos dice  Medina. "Si, alguien que se pueda  trepar a los techos" Se da vuelta, mira.

¡Chaco! Dar una mano a los señores en  lo que te pidan para armar la radio.

La agilidad y disposición de este  sargento, ya saben originario de donde,  era espectacular. Nos complementamos  fantástico porque lo que le pedíamos y  explicábamos, lo entendía y lo  conseguía. Fue un gusto compartir con  él, esos momentos.

Interiormente, participar en algo  productivo para la obtención del  objetivo deseado era muy bueno. Daba  sentido a nuestra estadía ahí.

Así, empezamos, instalamos los  distintos equipos de radio, conseguimos  baterías, cargador, densímetro, un CP  del Buen Suceso, también él radio.

Tramos de cable coaxil, conectores,  soldador. Chaco se consiguió unos  buenos caños, algunas antenas de VHF  y fuimos instalando las antenas, lo más  alejado posible de donde estábamos  operando. Una prevención que resultó  muy importante. 16 Con lo que había, armamos la nueva  estación de radio antes de desarmar la  reemplazada. De ese modo, no nos  quedábamos sin comunicación, sobre  todo con las secciones desplegadas.

Una vez verificado el funcionamiento,  desarmamos la anterior estación,  arranchamos todo el material para  tener listo para reemplazos o armado  de nuevos puestos.

Les cuento que las mochilas radio no  funcionaban y no teníamos un solo  manual para satisfacer nuestra  ignorancia. Así que la red de  comunicación estaba integrada por los  teléfonos alámbricos de los kelpers y  los equipos de radioaficionados  requisados.

"Listo, señor. ¿Nos podrá acompañar  alguien hasta nuestro galpón?  "Miren muchachos, si tengo algún lío  con la radio, tardo por lo menos media  hora en ir a buscarlos y en que vengan,  ¿por qué no se quedan acá con  nosotros? Es lo mismo allá que acá.

(por el riesgo) Nos dan una mano."  No había argumento en contra. Nos  miramos con Raúl. Era obvio y así nos  quedamos en un todo de acuerdo. Le  avisamos a Robelo, que estaba por ahí  para que le avisara al Capitán  Dell'Ellicine, ya que él iba y venía hasta  el galpón donde estaba la tripulación.

Otro punto de inflexión en la historia.

16. La emboscada

Una mañana, estaba de guardia en la  radio del puesto comando de la Ca Ing  9. De repente, entra el Jefe de la Ca,  Mayor Minorini Lima: Pancho, llamá  enfrente (al Regimiento Infantería 8,  RI8) y preguntá si esa patrulla que se  ve en la colina y viene del Este, es de  ellos. Llamo por el VHF y espero su  respuesta. Por lo visto, tienen que  averiguar. Tardan. Negativo, no  tenemos conocimiento de patrulla  alguna.

A dar la alarma y prepararnos para el  combate.

Mientras tanto, se escuchan  helicópteros desde la dirección  contraria, nadie sabía nada. Todo el  mundo a sus posiciones, corriendo de  un lado a otro. No voy a decir que el día  era espléndido, pero tengo toda la  sensación que así lo era.

Salgo del puesto de radio a buscar una  cobertura más sensata, sin armamento  es una sensación de desamparo  terrible. Una sensación de mierda. (No  sería yo, si no lo expresara de tal  modo).

Cuando veo de donde viene la patrulla,  los pozos que teníamos en la barranca  de la costa quedan desprotegidos, ya  que los bombardeos navales siempre  van a venir del lado contrario.

No sirven, ¿dónde mierda me meto? Me  junto con un soldado con FAL y nos  miramos ¿dónde carajo nos  guarecemos?, observamos y no había  nada. Los helicópteros se venían  encima, derechito hacia donde  estábamos, lo que nos cubría de la  patrulla, nos desguarecía de los  helicópteros y viceversa. No nos queda  más que la posible cobertura visual de  una pila de turba amontonada, seca de  donde nos aprovisionábamos para las  estufas y cocinas.

Tirado junto al soldado, vi con certeza  cristalina la muerte. Mi muerte. Me  boletearon, la puta madre. Si le dan  primero al soldado, agarro el FAL y  sigo. No queda otra. Listo a esperar el  tiroteo, rodeado por tropa terrestre y  aérea, se oye un grito "¡... tropa! ¿Qué?  Propia tropa, propia tropa, alto el  fuego, propia tropa"  Los helicópteros venían de Puerto  Argentino con un grupo de tropas  especiales de Fuerza Aérea, la patrulla  era del RI8.

La falta de coordinación y comunicación  nos tendió una emboscada.

CC Capitán de Corbeta, jerarquía de  oficial de la Armada equivalente a  Mayor de Ejército.


 17. Ronda nocturna

Así entre alarmas rojas, grises y  amarillas, sobrellevábamos la  incertidumbre en la que vivíamos.

Una noche, una de las secciones no  tenía comunicación, era la más alejada.

Todavía no habíamos sufrido los  bombardeos navales, así que fue antes  del 25 de Mayo, fecha de la primera  función del "british night show de las  fragatas inglesas".

No nos podíamos comunicar por radio,  no me acuerdo si el sistema alámbrico  no llegaba hasta ahí o si se había roto  antes. Lo más probable era que se  hubiesen quedado sin batería, ya que  debíamos recargarlas en el poblado. Le  paso la novedad a Medina, 2do de la  Ca.

Uno en estas circunstancias, no de  guerra, si no de vida, hasta diría de  casado, hace la pregunta que sabemos  tiene una respuesta obvia y que,  lógicamente, no es exactamente lo que  más ganas de hacer, en ese preciso  momento, tenemos. Ej: Viene uno de  tus hijos mayores pero no tanto y te  dice: "Pepe (el bebé) ensució el pañal".

Los hombres, probablemente  preguntemos "¿Hay que cambiarlo?" y  el pibe te mira con cara de "Si te aviso  es porque se cagó hasta la nuca. Si,  viejo, dejate de joder y cambialo  porque mamá no está" Todo en una  mirada.

Acá el bebé no había ensuciado el  pañal, pero era evidente que teníamos  que ir hasta la posición a ver y  reemplazar lo que se había jorobado.

Agarramos un VHF y una batería, que  era de las grandes y nos fuimos en un  Mercedes Benz Jeep de los que eran  último modelo en esos años.

De noche, sin conocer el lugar, iba de  acompañante, mientras el Cap Medina,  manejaba y un cabo nos acompañaba,  sentado atrás.

Mientras íbamos se escucha una  pregunta, para mí, absolutamente  retórica. "Uhh, acá estaba la turbera,  ¿A la derecha o a la izquierda? Creo  que mi cara de desconcierto se veía en  la escasa luz de la noche. "A la  derecha" dijo y hacia ese lado volanteó  Medina. Murphy existe y su ley está  omnipresente.

Huelga decir que con el MB nos  enterramos de tal manera que casi no  podíamos abrir las puertas del vehículo.

¿Y ahura? La batería era una de  camión, no era para llevarla a pulmón y  menos con la calidad de terreno de las  islas.

¿Entonces? "Uds. dos detrás mío a cada  costado. Yo sé quien está en cada  posición y donde están. Volvemos al  pueblo a buscar un camión.

No era lejos, pero sin puntos de  referencia, en la oscuridad de la salvaje  tierra malvinera, parecía el cruce de los  Andes (poéticamente hablando, no se lo  tomen en serio).

El cabo me dice: "Pancho, si hay tiros,  yo a la izquierda y"... "Si," le digo, "yo  a la derecha, ya lo había pensado."  Por agilidad, el más rápido iba a ser él,  no yo. Su riesgo era que además de  poder morirse de un balazo de propia  tropa, muriese aplastado debajo de mí.

Tampoco yo quería sobresalir más de lo  inevitable en un caso como ese.

Así fue que gracias al buen  conocimiento del terreno por parte del  Cap Medina, también de noche,  llegamos a buen puerto con los pies  hinchados porque era como caminar en  una calle adoquinada a la que le faltan  algunos adoquines y otros no, sin luz.

Agarramos camión, algún personal  más, nos fuimos hasta el jeep, del lado  correcto, cargamos la batería y el  equipo y hasta la posición nos fuimos.

No me acuerdo si reemplacé algo, si  pudimos dejar comunicado todo o que,  pero empezamos a eso de las 2100 y  terminamos como a las 0200, de vuelta  en el puesto comando, a seguir la  guardia.

18. Operación Peceto

(La historia es cierta, el diálogo no  apostaría mucho, pero si algo)  Minorini Lima, desde mi punto de vista  absolutamente personal, tiene dotes de  líder. Buen administrador, flexible e  inteligente. Como bien dijo el Tte.

Jaureguiberry, veníamos para 40 días  de ocupación y ya llevamos 60 de  guerra. La logística no es la misma para  un caso que para el otro.

El Jefe había llegado a un acuerdo con  el Mayordomo de la Estancia en el que  se podía carnear ovejas, 2 o 3 por día  que las había en abundancia, pero no  vacas. Eso permitía que pudiésemos  comer, por lo menos una vez al día  carne.

Argentinos que somos, propensos a  saborear carne vacuna antes que otras,  ver unas vacas caminando por ahí,  entre medio de tanta vicisitud, lo llama  a Satanás, o por lo menos al diablo  encargado del gusto y el estómago,  suponiendo que sea uno solo para  ambas tareas.

Una tarde de mayo, el 2do está de  recorrida con el Jefe, y por ahí  caminaba un novillito pastando por un  potrero.

"Linda vaquita, mi Mayor"  "¿Cuál?"  "Esa por allá, mírela" mientras le  alcanza los prismáticos.

Toma el Jefe los prismáticos y mira ese  ejemplar de la raza vacuna en un lugar  tan desolado y frío.

"No joda"  "Jefe, esta noche, ¿Operación Peceto?"  "Quedé con el Inglés que vacas no"  "Con tanto campo minado, mi Mayor, la  vaca se puede meter sin saber..."  Así fue como cada sección recibió su  parte equitativa de carne vacuna y el  inglés, al otro día, a un compungido  oficial del EA mostrándole el cuero  destrozado de la pobre vaca que pisó  una mina.

19. Visitas nocturnas

La noche del 25 de mayo, a eso de las  2000 horas, más o menos, uno de los  puestos de avanzada de la Ca Ing 9  informa que hay dos buques ingleses  frente a Fox. ¿A qué distancia? Unos 12  mil metros, mi mayor. Fuera del  alcance de los cañones sin retroceso  que teníamos." Bien, a recibir y no  poder devolver...

Una horita después más o menos, los  muchachos empezaron a mandar  "encomiendas", en especial de acero, a  buena velocidad, y con consecuentes  sacudidas en el piso. Los paquetes  venían de a cinco. Se siente cuando  salen, se escuchan si pasan por arriba y  mucho más, cuando impactan.

¡Ay mamita querida! y ahora, ¿qué  hacemos?  Todo el mundo evacuando hacia una  parte de la bahía, que quedaba  protegida desde el mar y que tenía una  barranca, chica pero barranca al fin.

Con el Jefe de Radio, Raúl Bechi, otro  "peso pesado", lamentablemente ya  fallecido, ya que los dos no éramos  precisamente delgados, estábamos  haciendo guardia de radio en el puesto  comando de Ejército en una casa del  poblado, que estaba abandonada por  los kelpers y que habíamos ocupado  porque estaba, protegida cerca de la  barranca mencionada.

El primer ataque fue al voleo, tiraron  adonde suponían que podía haber tropa  y donde detectaban movimiento. Así  fue que sacudieron a una pingüinera a  lo pavote, ya que los pingüinos, cuando  sintieron las primeras pepas,  sensatamente, rajaron al agua.

Comento que ahora lo escribo un tanto  jocoso, pero que, disculpen el término  pero miedo no me parece lo  suficientemente descriptivo, el cagazo  padre que tenía hacía que temblara  como una hoja, grande, pero una hoja  al fin.

Alguien, que no fue mi coequiper Raúl,  emitió un corto mensaje a Puerto  Argentino: "Polenta en Uranio" Esto  quería decir bombardeo naval (polenta) 19 en Uranio (Bahía Fox).

Hagan la prueba, díganlo rápido:  Polenta en Uranio. Si quieren díganlo  dos veces, rápido, claro pero rápido.

Bien, no es mucho tiempo lo que se  tarda. ¿Adivinen adonde cayeron las  siguientes andanadas? Alcanzó para  que las fragatas nos triangularan. Con  el otro Gordo, habíamos trasladado el  puesto comando anterior al actual. La  antena quedó a unos 15 metros de la  radio. Un enorme pozo marcaba su  posición aproximada. No fue hecho con  pala, tampoco tardaron mucho en  hacerlo. Como el paquete era de 5  entraron a caer fragmentos, se veían  luces naranjas por todos lados.

Después me di cuenta, mucho después,  que era el acero de las esquirlas de la  fragmentaria cuando explota. Yo estaba  en la casa, no en el puesto mismo, sino  en un cuarto aledaño. Éramos como 10  a la espera de ver que pasaba. Cuando  empiezan a caer las pepas sobre la  antena y sus alrededores, salimos todos  rajando. Había dos puertas  enfrentadas, una a mi derecha y otra a  mi izquierda, miro a la derecha, que era  la que usábamos habitualmente para  salir hacia afuera y había como 7  grandotes pasando juntos y al mismo  tiempo por ella. Entre mí, pensé: "En la  puta vida salgo de acá por ahí." Me tiré  para el otro lado, craso error. Yo estaba  con un Winchester 22 que quería usar  para cazar algo distinto a un cordero.

Recordando viejas épocas de colimba,  el arma nunca se abandona, y ahí  rajaba yo con el Winchester. Salgo  agachado y siento un terrible sacudón  en la mano, algo que me quema, suelto  el arma y rajo para la puerta que da  hacia afuera. El pomo de la puerta era  redondo. Como soy zurdo, trato de  abrir la puerta con esa mano. No  puedo, agarro el pomo, siento mojado y  no tengo fuerza. ¿Qué pasaba? "A falta  de pan, buenas son tortas", pruebo con  la derecha, que siempre fue muy pero  muy torpe. Aprieto el pomo, y tampoco  puedo abrirla, porque no tenía pinza  con la mano. La desesperación, ¿qué  hago ahora? Me puse de costado, y  agarre el pomo mojado con el dedo  anular y el meñique de la mano  derecha. La abrí y salí, ahí veo el  agujero que reemplazaba la antena, el  humo espeso de la explosión. Llego  hasta la barranca, mientras seguía el  bombardeo. En un momento, para  variar, aparece Abel, el médico  neuquino. "¿Hay alguien herido?" "Creo  que yo", todavía no me dolía, ni tenía  mucha conciencia. Vino, dijo "Ajá,  tenela lejos de la tierra para que no se  infecte. Después te curo. Ahora no  tengo suficiente." Siguió su camino  entre los proyectiles que caían viendo si  había otros heridos.

Las fragatas paraban un rato y luego  seguían, a veces caían los proyectiles  muy cerca.

En un pequeño intervalo, en un silencio  profundo, de esos claritos como cuando  uno dice una huevada en una reunión y  justo todo el mundo se calla, quedando  como eso, como un huevón, se escucha  una voz: "¡Ay, Virgencita Santa! Si me  salvo de ésta, ¡nunca más le pego a mi  mujer!". Las carcajadas de todos los  que estábamos por ahí se escucharon  mientras los ingleses volvían a  sacudirnos.

20. Pie de trinchera

Afección que sufren las tropas cuando  se encuentran en condiciones de frío,  poca higiene y poca circulación en los  pies. En la Ca Ing 9, no hubo pie de  trinchera. En realidad, pese a los  ataques aéreos y bombardeos navales  que sufrimos juntos, hubieron 2 heridos  de la Ca y yo. Uno de ellos, minando se  voló un pie y el otro protegiéndolo  durante un bombardeo a su compañero  herido fue alcanzado por un pedazo de  madera desprendido del piso, durante  el mismo ataque en el que me hieren.

¿Cómo fue que se evitó?  El Jefe de la Compañía hizo ocupar una  casa, de las abandonadas por los  kelpers, por cada sección de la Ca. Puso  un soldado de semana, cuya función 20 era mantener la casa limpia, la cocina  económica prendida y con turba a mano  y el agua caliente. Todos los días iban  dos soldados por sección a bañarse,  lavar y secar su ropa y dormir una  noche en la casa.

Además juntó a todos los responsables  de sección y les dijo: "Lo que el médico  diga de higiene es como si lo ordenara  yo". El médico, Abel Vallejo, recorría  continuamente las posiciones  Así fue que no hubo pie de trinchera en  Fox Bay East.

21. Vallejos

Hace varios días que pienso como y que  escribir para transmitir lo que este  magnífico ser humano nos dio en  nuestra forzosa y compartida estadía en  Bahía Fox Este.

Vallejos, Abel es médico, nacido en  Neuquén, tiene un poco menos que mi  edad entre 50 y 52 años, hoy año del  Señor 2009. Uno de muchos hermanos  de una familia de Centenario, a unos  kms de Neuquén Capital. Familia de  trabajadores, protestantes,  evangelistas. Abel es un hombre de  profunda fe que no le hace asco a  ninguna tarea, ni misión, con el  increíble agregado de una sempiterna,  cálida y fraternal sonrisa aún en las  situaciones más estresantes como fue  la guerra.

De pensamiento claro y esperanzado en  su Fe en Cristo y en su trabajo diario.

Estudió en La Plata; como la familia no  lo podía mantener hizo su carrera  universitaria changueando como albañil  y en una austeridad extrema que jamás  le melló el buen humor.

Según su propio relato, tenía una  bicicleta, en extremo deteriorada,  despintada, descuajeringada, tenía  nombre la bicicleta. No me acuerdo cual  era, pongamos que se llamaba "La  Juana".

"Tan destruida estaba La Juana que ni  cadena para atarla tenía. Era una  bicicleta pobre, no podía quererla nadie  y por eso la dejaba sin atar." contaba  Abel, en noches de vela.

"Iba a todos lados con la bicicleta  porque me ahorraba el colectivo o iba  de un lado a otro sin problema. Una  vez, una noche, voy a buscar La Juana  y no estaba. La Juana, no estaba. Se la  llevaron. ¿Quién pudo llevarse a La  Juana? Alguien. El hecho que empecé a  caminar y a usar colectivo, cuando  podía. Meses así, sin posibilidad de  reemplazo. Hasta que otra noche,  caminando por La Plata, ¿qué me  encuentro? A mi amiga, a mi  compañera inolvidable: a La Juana y ahí  seguimos juntos.

No recuerdo si la ató, de ahí en más,  pero sí me acuerdo que no se volvieron  a separar  Recorría las posiciones todos los días,  atendía a los enfermos y heridos,  cavaba pozos de zorro, como el que  hizo al lado de la enfermería para los  heridos, enfermos y personal que  estaba con él. Lo hizo junto a un cabo  enfermero del Buen Suceso y los que  podían ayudar.

Atendió a los heridos, junto con otro  médico del RIM 8, nuestros vecinos de  enfrente, tuvo que hacer una  amputación de pié al soldado que se lo  voló minando.

"Son pruebas que nos pone el Señor,  Pancho. Esto demuestra que somos  capaces de seguir adelante, dale no te  caigas." Esto me lo decía mientras  estaba junto con él, a su cuidado, luego  de que me hiriera una esquirla en la  mano.

Buscaba turba, nos turnábamos para  hacer una imaginaria en la enfermería  atentos a un posible bombardeo naval,  manteniendo la estufa alimentada con  turba para mantenernos calientes en  esas noches de frío. Las noches que  pasábamos ahí, porque hubo muchas  de esas noches que las pasábamos en  los pozos hechos por la gente del  Carcarañá a la orilla de la Bahía cuando  las fragatas inglesas nos visitaban. 21 Vallejos ahí siempre atento en el  intervalo entre un ataque y otro  recorría las posiciones por si había  heridos. En los bombardeos, por lo  menos tres hombres estaban siempre  afuera, Minorini Lima, Medina y  Vallejos.

¿Dónde andarás, Abel? 

22. Los muchachos de Fuerza Aérea en Fox

Estábamos todos, Ejército, Armada,  Fuerza Aérea y Civiles, cura de  Gendarmería. Faltaban dos fuerzas de  seguridad y era un muestrario  completo, pero para ser un poblado  perdido en el sur del Atlántico Sur,  como lo que es Bahía Fox, había una  aceptable cantidad de instituciones  representadas en ese suelo argentino.

Ejército ocupaba su lugar natural, la  Armada con el aporte del Bahía Buen  Suceso era acorde al ámbito insular. La  Fuerza Aérea estaba representada por  dos grupos chicos pero de gran  presencia en mi vida en Fox. Por un  lado, el Alférez Ugarte, hoy Brigadier  con un asistente con unos misiles rusos  que, según comentaron teníamos  gracias a nuestros hermanos peruanos.

El otro lo conformaban los "pasajeros"  del vuelo del helicóptero del relato de la  emboscada.

Este grupo al mando del Primer  Teniente Yuse, tenía como misión  señalizar los campos para el  lanzamiento de carga o paracaidistas de  los Hércules C-130. Ellos venían  básicamente para el lanzamiento de  carga, a suceder unos días después.

De los 5 o 6 hombres que conformaban  el grupo, recuerdo a cuatro: el  mencionado Yuse, otro Primer Teniente  Alzamora, negro, grandote, le decían 9  dedos porque había perdido en un  accidente deportivo, el Suboficial Barros  y el Cabo Principal Messuti. Había otros  dos integrantes del grupo pero,  lamento no recordar sus nombres.

Grandes personas, generosas, me  cuidaron y me llevaban con uno de mis  ángeles guardianes, Raúl Bechi, que me  cuidaba como a un hermano, al pozo  que habían construido. Noches largas,  las del invierno austral en las Islas,  muy largas, interminables con ese frío  húmedo, que te cala los huesos. Donde  para orinar, lo pensás una y mil veces.

Así transcurrimos algunas noches de  vigilia en el pozo a la espera y sufriendo  los ataques de los cañones ingleses.

Alguna noche nos preguntamos: Si  ganamos, ¿quién carajo va a venir a  quedarse acá desde el continente? El  clima es duro para un argentino, no  para un escocés o un inglés, pero si  para nosotros que estamos  acostumbrados al sol y a los días  claros.

Barros estaba siempre con ganas de  jaranear, Messuti contó, en una sola  noche 800 impactos de proyectiles de  cañón sobre nosotros, Yuse y Alzamora  callados, siempre calmos y confiados.

Marcaron la zona de lanzamiento para  el C-130, que pasó una tarde y largó su  carga en vuelo rasante sobre la zona  indicada.

Compartí varias noches con ellos, a  Messuti lo vi una vez después de la  rendición, luego nunca más como al  resto.

Espero, de todo corazón que estén  bien, que es lo menos que se merecen.

23. Jaime Ugarte

Ugarte era el otro contingente de FAA  en Fox, para la defensa antiaérea, lo  habían traído con un helicóptero con su  asistente, y una carga de los misiles  rusos de hombro tierra-aire.

Alto, flaco, medio rubión, vino con el  mínimo equipo necesario, otro  camarada de vigilias y largas noches.

Mucho en común, hablamos mucho.

Después del 25 de mayo, los venían a  buscar para emplazarlos  temporariamente en el sur de la Isla 22 Soledad, para defender la zona de los  Harriers. Le presté un par de medias de  lana, no se si guantes. Así como  estaban se los llevaron para la Isla  Soledad. Allá los llevaron, allá los  dejaron. Nunca más los volvieron a  buscar. Se quedaron un par de días en  zona, y luego se fueron caminando para  el Sur, con la intención de poder hacer  alguna señal que nos permitiera ir a  rescatarlo con la Penélope. Caminaron  de noche, ocultándose durante el día.

Después caminaban de día porque el  frío durante la noche era insoportable.

Los helicópteros ingleses sobrevolaban  el área mientras ellos se cubrían. Hasta  que finalmente un helicóptero inglés los  sorprende y se desembarcan varios  gurkhas, que se encargaron  concienzudamente de “ablandarlos” a  golpes y patadas, creo que luego lo  llevaron prisioneros a Darwin. Esto lo  supe de propia boca de Ugarte en  2009.Si no me equivoco, Carballo contó  su historia. Con Jaime, hablamos un  par de veces, pero no pudimos  encontrarnos. Prometo que este año lo  voy a hacer contra viento y marea.

24. Y la noche se hacía día

Recuerdo una noche que el TF Médico  Acosta, el Negro, se despierta y dice:  Un Sea Lynx, un Sea Lynx inglés, dale  mirá, salí. Ahí abro la puerta de la  enfermería y la luz de una bengala  inglesa hizo día la noche. "Al pozo, al  pozo", todos agazapados, corriendo nos  fuimos metiendo bien amontonados en  el pozo que Vallejos había hecho y  donde junto con Acosta entraron  últimos. Se oye la andanada desde la  fragata, 5 disparos por salva del 105  mm, el silbido cuando pasaban por  arriba cerca, el impacto cada vez más  cerca. La tierra que se sacude y tiembla  junto con uno. La próxima entra, la  próxima entra. No, termina la salva,  cambia el azimut la fragata y sacude a  otro sector.

Si las noches de vigilia eran largas, las  de mucho frío, interminables, éstas  eran eternas. No tuve peor sensación  que estar bajo fuego naval. Ya fuese  por la incapacidad de respuesta por  parte nuestra. (Están ahí y se quedan  hasta cuando quieren), ya fuese por la  duración de los ataques que eran horas  y horas.

El ataque de los aviones es súbito,  violentísimo, pero dura minutos y se  acaba. El bombardeo naval era  prolongado, espaciado y  tremendamente destructor, tanto física  como psíquicamente.

Desde mi punto de vista, lo peor, en  estos casos, es no poder capitalizar la  experiencia acumulada con una mente  preparada para deducir los signos del  combate. Tenía instrucción militar  gracias a un Oficial de Ejército que fue  mi Jefe en el Comando de Remonta y  Veterinaria, Esteban Rafael, él nos  enseñó un montón de cosas mientras  nos dió la instrucción militar, junto con  un cabo primero enfermero veterinario,  Acosta, sobre cuidados en los puestos  de guardia, ver como se distingue la luz  de un cigarrillo en la noche, situaciones  de combate de infantería, no frente al  fuego artillero. Me lo encontré después  del conflicto y se lo agradecí.

Son muchas cosas de sentido común y  otras de sufrirlas en la práctica, muchas  de ellas resurgieron dese la profunda  memoria gracias al instinto de  supervivencia. De toda experiencia  siempre se saca algo bueno por terrible  que pueda parecer en el momento de  sufrirla. También en estos casos se  dimensiona, lo relativo de las  circunstancias vividas y lo importante  de saber vivir cada momento.

25. Especialidad médica y lógica militar

Noche temprana o tarde oscura en el  final del otoño malvinense. Reunidos en  la enfermería charlando, enfermos,  heridos, médicos y enfermeros. Un  momento de relax, charlando de ovejas  perdidas, ya que bueyes en las islas, no  le hay.

Entre nosotros, el Negro Edgardo  Acosta, tucumano de buena cepa, con  ese ritmo tranquilo de los norteños, que  tan bien contribuye en momentos de  crisis. No confundir ritmo tranquilo con  parálisis, no, nada que ver. Manejo  seguro, pausado y sobre todo, firme.

Fines de los 70, principios de los 80,  muchos médicos conocidos se  incorporaron a las filas de las FF.AA.

para conseguir un ingreso que, de otro  modo, no se conseguía fácilmente. El  Negro se había incorporado a la Armada  con el grado de Teniente de Fragata. En  el medio de la charla, le pregunto al  Negro:  - Che, Negro y vos, ¿qué especialidad  tenés?  - Na, no importa.

- Dale, Negro, decinos  - Bueno, dice "yo soy médico de la  Aviación Naval"  - Ajá. ¿Entonces?  - Hice el curso de medicina aeronáutica  en la Armada.

- Todo bien, Negro pero después de la  Facultad, ¿hiciste residencia?  - Siii, hice.

- Bien, y ¿en qué?  - Na, no importa.

- Dale Negro ¿qué sos?  - Ginecólogo y obstetra.

Hubo que aguantar el estruendo de las  carcajadas de los presentes.

El Teniente de Fragata Médico Don  Edgardo Acosta era el más moderno de  guardia en el Hospital Naval de Pto.

Belgrano. Le dieron un bolso de equipo  y allá fue en el Bahía Buen Suceso a  navegar las frías aguas del Atlántico  Sur. Un compañero le llevó el coche a  la mujer, al día siguiente con la  novedad que su marido estaba  navegando 

26. Winchester .22

Unos días después de la mala noche del  25 de Mayo, Minorini Lima, viene a  visitarme a la enfermería como lo hacía  habitualmente. Charlando de bueyes  perdidos, empezamos a hablar sobre  como había sucedido la herida. Cuando  empiezo a describir lo hecho, menciono  que había salido con el Winchester. 22  en la mano y que lo había soltado al  sentir el impacto.

-¿Qué tenías en la mano?  - El Winchester.

-¿¡El Winchester 22?!!  - Si, ¿por?  - Mejor, ni te cuento  - Contame, Oscar.

- Un bombazo cayó en el baño del  pasillo, encontramos el Winchester pero  no sabíamos que había pasado con él.

Está partido a la altura de la recámara  con el tubo cañón doblado a 90º, el  tubo del cargador explotado. Por lo que  me contás el rifle te salvó la vida.

Como primera medida, mientras  estábamos en vigilia en el cuarto  contiguo a la radio, estaba con esa  duda habitual, voy o no voy al baño. Al  límite de ir. No fui. Luego empezó el  ataque. Zafé de una.

La pared del tubo cañón de un  Winchester 22 es gruesa, muy gruesa,  no quise, no quiero, ni querré pensar  que hubiera pasado si no llevaba el rifle  en la mano. Zafé de otra.

La esquirla del cañonazo naval inglés  me fracturó el tercer metacarpiano de  la mano izquierda, la falangeta del dedo  mayor de la misma mano, tuve cortes y  quemaduras en el dedo anular  izquierdo, la mano llena de esquirlas  metálicas y de madera. También me  fisuró el 2do metacarpiano de la mano 24 derecha, por eso no tenía pinza con esa  mano.

27. El pozo costero



No soy claustrofóbico pero meterme en  los pozos durante la noche como un  topo compartiéndolo con otro  compañero, para no perder frío, no es  de las situaciones que más me  satisfagan.

La cena muchas veces era un buen  jarro de té bien azucarado. Una noche,  me toca con un aprendiz de unos 20  años, primer embarque, alto, grandote.

Yo, con las dos manos averiadas, entro  en primer lugar, como si fuera en un  túnel con el fondo del pozo como un  respaldo, medio acostado. Mi  compañero, a continuación, apretados  para pasar como 8 horas en ese pozo.

Se movía, me golpeaba la mano, lo  advertía, se volvía a mover, me  golpeaba nuevamente. Los que me  conocen, saben que en mi juventud, no  tenía demasiadas pulgas. Aplicando un  viejo axioma militar, aprendido durante  la colimba ,"lo que no entra por las  orejas, entra por los pies", lo pateaba  para que se quedara quieto. Cuando  estaba casi dormido, todo un logro, aún  para mi, lo escucho: "Quiero hacer pis".

Huelgan comentarios de lo que esa  noche fue.

28. Larga noche

Otra noche larga, con los ingleses  visitándonos a toda orquesta y cañón.

Esta vez el pozo era el de la  enfermería, ahí estábamos  acurrucaditos mientras los cañonazos  caían y caían, en los habituales grupos  de a 5, sacudiendo cuerpo y alma.

Al acomodarme, entro en el pozo y para  acomodarme, poniendo mi espalda  contra la pared del pozo, me apoyo  sobre mi mano derecha, siento un  crack. Instintivamente, lo miro a Abel y  le digo, "algo se quebró" No te  preocupes ahora, dejame entrar y  después vemos. La fisura de la mano  derecha se transformó en fractura y el  2do metacarpiano se soldó, más abajo,  el dedo quedó corto, la articulación  enorme.

Esa noche pensé que no salíamos vivos  de ese pozo, nunca pensé que se podía  desear la muerte a los 26 años debido a  la intensidad del fuego naval. "Ahora  entra y se termina, entra y se termina.

No entraron.

29. Civiles, del otro lado del mostrador

Ya había empezado junio, seguíamos en  Fox, bombardeados noche por medio  por los ingleses, visitas de los Harriers,  caminando en algún momento del día  entre la gente del Carcarañá, de  Ejército, los amigos de compartir una  etapa muy intensa de nuestras vidas.

El mayordomo de la estancia, un  canadiense, hablando, nos dijo, "15  años buscando un lugar tranquilo en el  mundo, lo encuentro y a los 5 años,  miren lo que pasa. Seguiré buscando".

Compartía su amplia casa con 4 o 5  habitantes de Puerto Argentino,  enviados a Fox para que estén más  "resguardados". La casa no tenía 25 comunicación ni con el pueblo, ni con  radio.

El sistema telefónico de la isla, era por  un sistema telefónico alámbrico. Uno de  los "resguardados" no quería aceptar la  situación y discutía con los oficiales de  Ejército por ese tema.

Un día, sale de la casa, con una  escalera muy decidido coloca la  escalera contra un poste y empieza a  subir para conectar el teléfono.

Justo andaba alguien por ahí, esperó a  que se subiera y con la pistola tiro 3 o 4  tiros, lejos del inglés pero lo  suficientemente cerca como para que el  retobao en cuestión bajara de la  escalera cual flash y encerróse en la  casa por el resto de nuestra estadía. A  buen entendedor, pocos tiros...

30. Buque hospital



Se sabía algo, pero nada confirmado, el  rompehielos Almirante Irízar y el ARA  Bahía Paraíso, venían a las islas a  evacuar heridos. El 4 de junio  confirman la llegada del Buque Hospital  Bahía Paraíso a Fox. Tensa espera,  tensísima. Empiezo a juntar mis cosas,  para dejar todo lo que les sirviera a los  muchachos que se quedaban. La  sensación es complicada, difícil, me voy  y los dejo. La culpa es feroz, pero  muchos decían "así podés avisar a los  nuestros que estamos bien", otros  preguntaban si podría llamar. Todavía  tengo la carpeta con los nombres y los  teléfonos de las casas para avisarles a  los suyos de los que en las islas se  quedaban. Cuchillos, abrigo, linternas,  herramientas, Victorinox, se quedaron,  el resto de los bagallos en la valija que  me habían recuperado en una visita al  Carcarañá antes que lo hundieran el 23  de mayo.

A la noche llega y se fondea en la bahía  todo iluminado, por lo menos esa noche  las fragatas no atacaban Fox. Se  confirma, heridos y civiles serán  evacuados al día siguiente.

Tensa noche pese a la calma bélica  reinante, empieza la evacuación. En  helicóptero Puma de Ejército nos  comienzan a trasladar al Bahía Paraíso.

Subo, me siento, no sé si en el piso o  en un asiento. Llegamos al buque y nos  juntan en el hangar. Ahí nos examinan  y clasifican según la gravedad de las  lesiones. Me marcan pero no me  mandan a ninguna curación.

Venía tomando el antibiótico, siga con  la medicación y lo atenderemos en Bs.

As., no vale la pena hacer nada ahora.

Las curaciones y cuidados de Abel y su  gente habían sido adecuadas.

De ahí bajamos a la bodega. Enorme  bodega, fantásticamente organizada  para esa tarea, con calefacción, camas  armadas para los heridos en dos y tres  pisos, bien ancladas, sobre las bandas,  en el centro de bodega, bien iluminada,  era una sala hospitalaria completa. Esa  bodega tenía fácil acceso al casillaje de  popa del buque. Las escaleras tenían  tablas adosadas a los mamparos con  bisagras para poder utilizar las  escaleras normalmente o deslizar las  camillas con los heridos sobre las  tablas. Me admiró el trabajo realizado.

La bodega de proa, era un parte carga  y parte un sollado para poder dormir,  parte de la tripulación y los civiles  evacuados. Había camarotes para  heridos en el casillaje de popa, que  habitualmente alojaba a las dotaciones  antárticas. Si no me equivoco, tres  quirófanos se habían armado en ese 26 casillaje y funcionaban continuamente.

Me había acomodado en una de las  camas del sollado, no lo podía creer. Se  podía descansar sin pensar en  cañoneos navales, ni ataques aéreos.

Había ducha y la posibilidad de usarla  tranquilo. Hacía como 30 días que no  me bañaba, con una barba espesa que  no me cortaba desde el mismo tiempo.

Me puse una bolsa sobre el vendaje de  la mano izquierda, alguien me ayudo a  cerrarlo con cinta adhesiva y me pegué  la mejor ducha de toda mi vida. toalla  limpia, jabón, un hotel 7 estrellas. Era  un Paraíso.

Tirado en la cama, viene el Pelado  Robelo:  Vos tenés camarote, ¿qué hacés ahí?  Duermo, ¿qué voy a hacer?  No, al camarote.

Para ahí fui.

31. Hacia el continente

No lo podía creer, después de la ducha,  cama, comida caliente, nos tomamos  un vino con un Maquinista del Isla de  los Estados, que se quedó en el Buen  Suceso que se volvía con nosotros.

Hasta el Termidor era un lujo. Luz, en  el buque hospital había luz por doquier.

Voy al camarote, era para cuatro. ¡Qué  lujo de compañeros, por Dios!  Verdaderos hombres. Dos subtenientes  de Ejército, Peluffo y Aliaga. El tercero,  Teniente de Fuerza Aérea, Lucero,  cazador, piloto de Skyhawk.

Nos presentamos, Lucero y Aliaga en  cama, Peluffo, mal herido pero en pié,  duro el correntino. Una maravilla de  persona y ya van a ver porque.

Aliaga no parecía muy alto, tenía una  herida que le atravesaba la espalda  desde la base del cuello hasta el riñón  del otro lado, consecuencia de un  ataque con morteros a su puesto  comando.

Peluffo tenía una herida en la cabeza  porque le habían volado parte del  temporal y el parietal, todas las noches  le hacían una curación que implicaba  quirófano.

El tercer compañero de camarote era  Lucero, aviador.

Los tres venían de ser trasladados  desde el buque hospital británico  Uganda. Los habían tratado y cuidado  muy bien.

Lucero fue derribado durante un ataque  sobre la flota en San Carlos, tenía  luxada las dos piernas. Empezamos a  hablar. Me acuerdo todo lo que me  contaba y eso que pasaron  Le pregunto:  - ¿Cómo fue?  - Estaba atacando la flota en San  Carlos, el 25 de Mayo, paso entre las  fragatas, me responden el fuego y  cuando entro a ver el instrumental me  doy cuenta que el avión va a estallar.

Me eyecto y al eyectarme así como  venía se me abren las dos piernas y se  me luxan las articulaciones de la  cadera.

- Fragatas, ¿grandes o chicas?,  pregunto estúpidamente.

- Para mí eran todas grandes porque  me tiraban hasta con los ojos de buey.

Sigue el relato:  - El asiento tiene un sistema para  soltarse, pero no accionó y caí al agua  con todo ese peso. Estaba tratando de  soltarme, medio desesperado, cuando  siento un golpe en el casco, en la  cabeza. Miro medio para atrás y me  encuentro con un soldado inglés parado  en una lancha de desembarco con la  compuerta baja. Mientras tanto el  ataque nuestro, seguía. El inglés me  hace señas y yo le hago señas para que  cortase con un cuchillo los cinturones  de seguridad. Él preguntaba por el  arma, hasta que entendí y le mostré la  sobaquera donde llevaba mi arma. Me  la sacó y recién ahí cortó los cinturones  de seguridad. Me levantó como una  pluma y me arrastró por la rampa hasta  la popa de la lancha. La rampa tiene  maderas atravesadas para apoyarse al  desembarcar, no sabés lo que me dolió  mientras me arrastraba. Todo esto  entre medio del fuego de los buques,  los aviones, las tropas en tierra. 27 Arriesgando su vida por mí.

Me llevaron a tierra, y me atendieron  en un hospital subterráneo que hicieron  en San Carlos. Siempre buen trato y  buenos cuidados por ellos. Una noche,  nuestros Canberra bombardearon la  zona y uno de ellos me dijo "Mucha  gente la está pasando muy mal, ahí  afuera. Después me trasladaron al  Uganda y después de unos días, me  trasladaron al Paraíso.

Ahí estábamos los cuatro reunidos  fortuitamente, relatando a los demás,  curiosamente curiosos, sobre lo vivido  por otros.

Con el otro que pude hablar más fue  con Peluffo, estaba en la 2da línea de la  defensa de Darwin. El fuego inglés pone  en retirada a la primera línea argentina.

Peluffo queda en primera línea en un  pozo y con un FAP, deteniendo el  avance hasta que al final lo hieren en la  cabeza. A la mañana se levantó y me  dice: Pancho, acompañame a la bodega  que vos saber caminar en el barco, así  visito mis milicos. Allá íbamos, él con su  turbante quirúrgico y yo con mi mano  averiada a visitar a sus milicos heridos.

En una de esas recorridas, me  encuentro con un médico y lo miro, le  digo: ¿Camba? Si, me dice, mirándome  extrañado. Yo era el cocinero de tropa  cuando vos eras el médico de San Jorge  en Campo de Mayo. San Jorge era una  caballeriza que incluía al Hipódromo de  Trote de Hurlingham, dependía del  Comando de Remonta y Veterinaria del  Ejército. Ambos éramos conscriptos.

Nos saludamos y cada uno siguió por su  camino.

32. El regreso

Ya era el 6 de junio por la noche, nos  encontrábamos frente a Puerto Santa  Cruz, nos vienen a buscar los  helicópteros. En este caso, un Sea King  de Helicópteros Marinos, una compañía  privada argentina. Ahí subimos y por  ahí, nos llevan. Alguien pregunta si  sabíamos algo del Teniente Luna. ¿De  quién Luna? Si, les digo está en la costa  occidental de Gran Malvina con unos  kelpers después que se eyectó. ¿Cómo  lo sabés? Hablé con él por radio, les  contesté. ¿Cómo? Hablamos por la red  de radio de los isleños, una mañana.

Una mañana de Mayo, un soldado me  viene a buscar porque sonaba algo en  una casa y le pareció que podía  interesarnos. Fui, era un equipo de  Radio (BLU), que no se había sacado.

Respondo el llamado y hago que el  soldado buscase al Jefe de la Ca. Ahí  nos enteramos que Luna, estaba a buen  recaudo con los kelpers.

Si mal no recuerdo, lo fueron a buscar  con un helicóptero desde Puerto  Argentino.

Cuando llegamos al aeropuerto de  Puerto Santa Cruz, me hicieron hablar  con unos oficiales de Fuerza Aérea, y  después, embarcamos en un Fokker F- 28 de la Armada, una fila de asientos,  el resto libre. Ahí me fui con la  muchachada al fondo, amontonados  como bosta de cojudo, decían en la  colimba. Aparece el Pelado Robelo, con  su clásica pregunta ¿Qué hacés ahí?  Todavía no tenía ni la confianza, ni el  ánimo para dar la respuesta que  habitualmente doy en estos casos y que  corta rápidamente el interrogatorio.

Ellas son: cagadas o boludeces. Son  casi mágicas. El Pelado insistió, Estás  herido, tenés asiento. Estoy fenómeno  acá. Asiento. Ahí fui, la verdad es que  en la cola del avión estaban todos los  divertidos, igual que en las aulas.

Eran como la 0100/0200 y despegamos 28 rumbo a Ezeiza, previa escalas en  Trelew y Bahía Blanca. Así fue como la  mañana del 7 de junio de 1982  llegamos a la Base Aeronaval Ezeiza,  ¿alguien conocía de su existencia? Pues  ahí está, cerca de donde está la garita  antes de entrar en el último tramo de  camino al Aeropuerto Internacional.

Desembarcamos, tomamos nuestros  petates y nos juntaron en un salón para  aleccionarlos sobre que podíamos decir  y que no era conveniente obviar.

Miro, y ahí lo veo a un Oficial que había  sido Comandante del Aviso Somellera,  cuando la regata Buenos Aires - Río de  1977 y que me habían llevado como  representante del Club Organizador. Ahí  empecé con la radio que me llevó luego  a la ENN.

"Buen día, Señor"  Me mira con cara extrañada.

Elizalde, Regata a Río, Somellera, su  representante del club organizador"  ¿Qué hace por acá?  Vengo de las Islas, del Carcarañá.

Uh, suerte, me alegro de verlo.

Nos meten arriba de un micro, cuyo  destino era, Retiro y Constitución.

Salimos a la Riccheri, y uno de los  salvajes, que no era unitario, gritó:  ¡Mujeres!  Era cierto hacía casi 45 días que solo  veíamos hombres, no lo podíamos creer  estábamos en Buenos Aires,  conseguimos que el micro parara en  Puente Saavedra. Ahí me bajé, sin  plata, vestido de verde, con barba de  casi 40 días, 15 kilos menos, con una  valija desvencijada en una mano y la  otra enrollada en un vendaje cubierto  por una bufanda azul.

Paro un taxi, le doy el destino, le  cuento, no lo podía creer el taxista, le  dije que me esperara que buscara plata  para pagarle.

Justo baja un amigo, Marcelo Lamas, lo  encaro:  -Marcelo, prestame guita para pagar el  taxi que no tengo.

-Ehh, ¿qué pasa venís de la guerra?  - Si, boludo, vengo de la guerra, ¿tenés  o no tenés?  -Tomá. Me dió lo necesario, le agradecí,  le dije después bajo a tu casa y te la  devuelvo.

Él se fue a trabajar y yo a la casa de  mis viejos.

Toqué el timbre.

¿Quién es?  Pancho  -Volviste.

Si, había vuelto.

33. El tratamiento

Una vez llegado a casa, el recibimiento  de mis padres, me ven con la mano  vendada y les cuento. Tengo que ir al  médico. "Llamalo al Capitán Radivoj,  (Gerente de Operaciones de ELMA)  Los viejos sabían que estábamos  volviendo porque les habían avisado a  través de un amigo que estaba en  Puerto Argentino.

Lo llamé a Radivoj, me preguntó como  estaba y le dije que un poco averiado  en una mano, le conté brevemente.

"Vaya al Sanatorio, pregunte por el Dr.

Cervio, el director que lo va a estar  esperando".

Allá fuimos con la Vieja hacia el  Sanatorio de ELMA, en la calle Gral.

Urquiza entre Independencia y Estados  Unidos. Pregunté por el Dr. Cervio y ahí  estaba esperándome. Charlamos, me  lleva a traumatología con los Dres.

Moya y Texier. Ahí nomás, deciden  llevarme a quirófano para hacer una  toilette quirúrgica.

Alfredo Texier me anestesió con una  peridural y empezamos a hablar con  Moya y con Alfredo, mientras me  limpiaban las heridas.

Ahí aflojé, lo que no había aflojado en  todos los días que había estado ahí.

Todavía se me llenan los ojos de  lágrimas mientras lo recuerdo y lo  escribo. Lloré y lloré con toda la  angustia de lo que había pasado  mientras Moya me contenía y Texier  actuaba sobre mi mano. Me querían 29 dejar internado, me negué firmemente,  lo último que quería era dormir fuera de  casa. Lo entendieron.

Regresé a casa y me metí en la cama,  descansé entre sábanas limpias, en  pijama, en mi hogar. Una sensación  deseada, necesaria.

Marcelo Lamas vino por la noche, a  pedir disculpas porque no sabía que  realmente volvía de las Islas.

Empezaba otra parte de la historia.

34. El regreso es poco a poco

Se vuelve poco a poco, el recuerdo de  la guerra, como Dios es omnipresente.

Te marca, te marca en una forma  invisible para muchos y clara para  otros, solo hay que conocer los signos.

Hay momentos de expansión, otros de  profunda angustia. Otros de creer que  se salió con éxito, otras de haber  fracasado terriblemente. En otros un  deseo de resolver bien, lo que se hizo  mal, de tener una máquina del tiempo  para que el resultado fuese otro, para  tratar de comprender el porque de una  reacción y no otra.

¿Cómo se hace? ¿Se duerme? ¿Se  habla? ¿Quién entiende de los qué no  vivieron una guerra, lo que uno siente?  Debe haber gente así, que comprenda,  que ayude a salir de eso.

Siempre está el inefable tiempo que  todo lo soluciona, mal o bien, ¿qué es  mal o bien en este caso?, ¿Es esperar  qué se pase? Si no se piensa, si no se  habla, no se soluciona. A veces se  puede hablar, muchas veces no. Hay  recuerdos que se reviven a diario, otros  que es muy difícil que aparezcan. Es  una lucha interior, fuerte, intensa,  difícil. Difícil de explicar.

Mientra escribo y mientras pienso en  los recuerdos, me doy cuenta que esta  parte de la supuesta posguerra, es en  realidad una continuidad de ella. La  guerra no termina cuando salís del  campo de batalla y las acciones  terminaron. La guerra sigue, sigue con  uno, sigue en los demás que no pueden  entender porque cambiaste o que es lo  que a uno le pasa, pero en la guerra  para poder sobrevivir, internalizás  conductas que actúan a nivel medular,  casi en forma instintiva y por eso  continuás actuando a ese nivel.

Me ha pasado de estar caminando,  vestido de traje y con portafolio, yendo  al puerto desde Retiro y al sentir el  paso de un avión civil de origen inglés,  el viejo BAC OneEleven, con turbinas  similares a las del Harrier, agazaparme  y buscar cubierta apenas lo escuchaba.

¿Cómo lo explicás? ¿Cómo se transmite  lo que se siente en ese momento?  No nos dejaron hacerlo, no nos dieron  ninguna ayuda para sobrellevarlo, nos  dispersaron, la guerra seguía, y  probablemente sigue, en el interior de  cada VGM. No teníamos la contención  del grupo de pertenencia a esa  situación, porque los que están con  nosotros y no estuvieron en combate,  no saben realmente lo que se siente y  vive. Algunos tuvieron suerte y la  familia y los amigos les dieron una  contención cercana a la necesaria, otros  no, y solos, rodeados por el enemigo y  sin las características de una "tropa  especial infiltrada" en la sociedad,  quizás no pudieron superar la nueva  experiencia de vivir como antes de y  podría ser motivo de terminar con su  vida. Lo hablo de los sentimientos y  experiencias personales. A lo mejor hay  alguno que comparta esta explicación a  algo tan doloroso como el suicidio.

No nos sentimos derrotados, porque  sobrevivimos y vimos los que se hacía  bien y lo que se hacía mal, pero no lo  podíamos transmitir y si lo hacíamos,  no creían lo que contábamos. Otros se  regodearon en ver solamente lo malo  de la guerra, exacerbándolo. No es que  en la guerra haya cosas buenas, no las  hay. Si existieron buenos momentos,  en su total y completa relatividad del  entorno y la circunstancia, que nos  permitían llevar, juntos, los pésimos  momentos que se sucedían. Eran un  oasis, rodeados de malos momentos 30 cotidianos, pero si no pudimos elaborar  correctamente lo sucedido, lo sufrido y  lo aprendido nos quedamos en lo malo,  que es mucho más fácil de percibir.

Tanto o más doloroso que la guerra en  si misma fue la posguerra, donde no  podíamos decir que éramos veteranos  fuera de ciertos ámbitos de confianza o  amistad, eras un loquito perdido que se  podía descompensar en cualquier  momento, o un pobre chico de la  guerra, víctima de unos malvados  hombres que, por ser militares de  carrera, eran todos malos. Ni una cosa,  ni la otra.

Me fue mejor que a otros, gracias a mi  familia, mi novia y esposa, en especial  y mis amigos, pero todavía quedan  heridas, 27 años después y no son las  del cuerpo, las que más duelen.

35. Recuperación física

La mano duele, la curación fue buena,  pero el vendaje se cubrió de sangre y  se pegó.

Al otro día, regreso al Sanatorio, había  una enfermera, Cristina, como para  olvidarme el nombre, no escuchó mis  advertencias sobre el cuidado necesario  para las heridas que tenía. Me hizo ver  las estrellas, me aguanté de pegarle  instintivamente en ese momento. No  me creyó, cuando vió la mano, pidió  100.000 disculpas. "Sos mi Harrier  privado" le dije. La próxima vez,  escuchá al paciente, que puede dejar  de serlo.

Esperaron a que las heridas cicatrizaran  para empezar con la rehabilitación, en  la mano izquierda solo movía la última  articulación de cada de do. Era un  garrote, así fue como entre Moya,  Texier, Del Sel, traumatólogos y Alfredo  Olazábal, cirujano de mano y sobre  todo Alejandra Vallverdú con el apoyo  de Capria, kinesiólogos, ambos  recuperé casi totalmente la movilidad  de mi mano izquierda y la movilidad  faltante de la mano derecha.

Alejandra me bancó 4 horas por día de  lunes a viernes y lo que nadie pensaba  que se podía resolver en 6 meses, lo  hicimos en menos de tres. Nunca estaré  lo suficientemente agradecido por el  trabajo, la dedicación, el cariño y la  contención que todos me entregaron  sin tapujos.

Anécdotas:  Primera sesión de kinesioterapia. Previa  a la movilización, radiofrecuencia.

"Alejandra, perdón" ¿Si? Quema.

¿Cómo quema? ¿Tenés algún clavo?  Nooo, esquirlas. Perdóooon. Así fue que  me aplicaba solo ultrasonido. Después a  fuerza de electroestimulación recuperé  fuerza y movilidad del índice de la  mano derecha.

Otra:  Visita al cirujano de mano, Olazábal,  había esquirlas que me molestaban,  entonces ver para sacarlas. Había un  pedazo de acero, como una pequeña  aguja, pegada a la uña del dedo mayor.

Te la saco. Si, dale, sacala. Alfredo  Olazábal, en ese momento, supongo  que debe ser igual, que transmitía una  paz interior contagiosa. Empieza a  sacar y en un momento escucho: ¿Te  duele? No. ¿Seguro que no te duele?  No, para nada. Una de las asistentes  me mira fijo a los ojos, me dice ¿No le  duele? La miro, no me duele, pero si los  ayuda, si quieren, grito. La esquirla  había quebrado una parte de la  falangeta o 3er falange y el hueso  estaba necrotizado y salio pegado a la  esquirla.

Mientras charlábamos, una tarde, ya en  confianza, me dice: Disculpame, pero  no almorcé, eran las 17,00hs, ¿te  molesta si meriendo? ¡Cómo me iba a  molestar! Llegaba y siempre me  atendían. El Sanatorio de ELMA era una  prolongación de la familia en muchos  aspectos, más si ya te conocían.

Una vez recuperada la mano izquierda,  lo voy a ver al Negro, Alfredo Texier, un  dandy inglés transculturado en Buenos 31 Aires.

- Bueno, ahora tenemos que empezar  con la mano derecha.

- Alfredo, el dedo lo muevo, tengo  pinza con fuerza. Soy zurdo, ¿qué  querés hacer?  - Lo que se hace en estos casos, se  fractura lo que está mal soldado, se  coloca en su lugar y se vuelve a soldar.

- ¿Por?  - Porque te quedó fea.

- Negro y con la cara ¿qué hago?  y así fue como evité la intervención de  la mano derecha.

Creo que cuatro años después, me  sacaron un ganglión y me hicieron  cirugía plástica en la mano izquierda,  pero porque la cicatriz quedaba  levantada y cada vez que metía mano  en un equipo, me lastimaba.

El objetivo en agosto de 1982, era solo  uno: Salir a navegar como Jefe en el  buque en el que había sido Pilotín  (Alumno pasante) por dos viajes. Tenía  que hacerlo con amigos, ahí estaba el  Capitán Jorge Riganti, Oscar  Campetella, gran amigo y compañero,  Carlos Larghi y lo convencí a Santiago  Tettamanzi, el Comisario del Carcarañá  para que hiciera el relevo del Comisario  efectivo del buque.

Necesitábamos un ambiente amigable  para poder reiniciar nuestra vida de  mercantes y así fue.

36. El Pelado Robelo

Nadie puede tener dudas en la Armada  de quien estoy hablando. Hasta ahora  las personas de las que hablé, las he  visto poco y nada después de la guerra.

No es este el caso.

Lo conocí abordo, hablamos muchas  horas, me acompañaba en largas  madrugadas de guardia en la radio.

Nos peleamos, nos amigamos,  descubrimos muchas cosas en común.

Nunca se queda quieto y la búsqueda  de la mejora continua es su motor,  aunque haya que frenarlo o  directamente, no darle bola.

No fue fácil la convivencia, las  costumbres y modos en una institución  como la Armada y en la Marina  Mercante son muy diversas. Esos  supuestos, siempre malentendidos son  arena en los rodamientos, la falta de  comunicación trae inconvenientes que  pueden ser graves en la vida de un  grupo reducido y bastante aislado como  es la tripulación de un buque.

Fuimos a las islas con él y volvimos por  él, en mi humilde opinión. Le estoy muy  agradecido.

Nos unimos más aún, cuando volvimos.

Su familia en Mar del Plata, esposa y 4  hijos, estaba estudiando en la Escuela  de Guerra Naval, lo invitamos a cenar a  casa.

Ese día, llegó a casa de mis viejos  después de una de las tareas más  difíciles que puede tener un hombre.

Le entregó esa carta que uno nunca  quiere tener que entregar a la familia  de un compañero muerto en acción.

Esa noche fue a la casa del Gral.

Novoa, padre del Capitán Novoa, que  estuvo 20 días con nosotros y murió en  el hundimiento del ARA Isla de los  Estados. La carta era para el padre y  para la esposa. No se que hablaron  Es muy duro, me ha tocado tener que  dar noticias de muertes más de lo que  quisiera y desde chico, pero nunca vi a  nadie, en el estado de abatimiento con  el que vino el Pelado a casa.

Como habrá sido que lo metimos en mi  cama y comimos los cuatro con mis  viejos en mi habitación, charlando y  animándolo, brindándole solo un poco  de esa contención que me brindó  durante la guerra. Luego lo alcanzamos  hasta su alojamiento y se hizo habitué  de casa  Ahí se plasmó una fuerte amistad entre  familias, de hecho nos vemos seguido y  es padrino de mi hijo. No hablamos del  tema Malvinas, y si lo hicimos, lo  hicimos muy fortuitamente.

Gracias, Pelado.

37. Se movió la estantería y fin de la historia

Después del post de El regreso es poco  a poco, se me movió la estantería y  fuerte, es ahí cuando uno empieza a  darse cuenta que hay que buscar la  razón por la que los Veteranos de  Guerra, no quieren hablar.

Por mi experiencia, la guerra al ser una  generadora de crisis infernales en los  directos protagonistas del conflicto, nos  lleva a lo más primitivo y profundo de  nuestro instinto de conservación. En  esa situación se ven las virtudes de los  otros y se palpan extensamente todas  las propias miserias. No es agradable y  se genera un enorme deseo de tirar el  tiempo para atrás y hacer las cosas de  otro modo, del que pensamos que es  correcto y no el modo en que nos salió.

La vergüenza, no es un ratito como dijo  un preclaro político argentino, el  Concejal Constanzo, te dura demasiado  tiempo. Por eso, no hablás y no te  podés dar cuenta que a los otros les  puede pasar lo mismo, ven virtudes  ajenas y miserias propias.

A veces pienso que es pudor de  mostrarse desnudo ante los demás  frente al miedo, a la angustia, a la  desesperación de no saber como  manejar todo eso que bulle dentro de  nosotros. Sobre todo las miserias.

Uno tiene la certeza que tiene miedo,  que algunos, solo al principio, no sabían  manejarlo y otros, que supimos hacerlo  en escasos momentos.

Para mi, valiente no es aquel que nunca  tiene miedo. Ese es un temible  temerario que puede llevarse, y llevarte  a la muerte sin saber. Valiente, desde  mi punto de vista, reitero, es aquel que  teniendo miedo, sigue conscientemente  adelante para cumplir un objetivo para  beneficio de otros y consciente del riego  que corre, lo hace sobreponiéndose. A  ellos, todo, pero todo mi respeto y  gratitud porque lo hacen pensando en  cuidar al prójimo.

No es, ni ha sido mi caso. Lo mío fue...

que se yo, que fue. Supongo que mi  Ángel de la Guarda, trabajó a mil  durante todo ese tiempo y le estoy  profundamente agradecido porque me  trajo de vuelta, porque volví a la  Iglesia, porque pude ver y vivir  muchísimas cosas, que mejor si las  evitás, pero que si no sería estúpido no  capitalizarlas.

Agradecido por la familia que formamos  con mi mujer, a quien conocí a mi  regreso, y que desde hace 25 años me  viene bancando con todos mis rayes  (locuras) y periódicas crisis, cada vez  más espaciadas. Por los dos  maravillosos hijos que criamos y que  son luz para mi vida.

Algunos resabios que me quedaron:  Después de 6 meses de pasada la  guerra, no pude dormir por 4 meses  más de dos horas por día, por suerte  me recuperé a pleno.

No puedo estar en lugares oscuros u  oscurecidos.

No pude presenciar el parto de mi hija  mayor, 5 años después de la guerra,  porque no podía entrar ni a un  quirófano, ni a una sala de partos.

Todo necesita un cierre, y aunque  quedan cosas en el tintero, no es este  el momento de seguir escribiendo.

Ahora viene un periodo de reflexión y si  Dios quiere, más hechos, anécdotas y  personas surgirán en el recuerdo y  serán volcadas.

Gracias por leerme, me encanta saber  que lo han leído y me encanta saber su  opinión, cualquiera fuese. Escriban los  comentarios que les surjan, manden  mail, los contestaré, pongan sus  impresiones.

Un abrazo fraternal, los que me  conocen personalmente saben que soy  así, jodido, ácido pero fraterno.

Buenas noches.

38. Los dos Harriers que nos  atacaron en Puerto Rey




Fotos facilitadas por un veterano inglés.

39. Bahía Fox como la conocimos  en 1982




40. No sería justo


No sería justo que dejara en el tintero  algunas cosas. Mucho menos justo,  aún, si no supiera que lo que hicieron  salvó muchas vidas, entre ellas las  nuestras, por lo que inteligentemente  hicieron.

Quería reflexionar más, pero el  acomodar ciertas cosas en un lugar,  nos descubre otras olvidadas. ¡Bien  sabré de ello!  Lo que no sería justo es no relatar lo  que el Jefe de la Ca Ing 9, Mayor Oscar  Minorini Lima me contó hace casi 27  años, después de caer prisionero y  volver a la Argentina.

Trataré de transmitirlo con sus  palabras:  "Me había dado cuenta que los ingleses  no bombardeaban los alrededores del  poblado. Después que se fueron Uds.

aproveché los pozos que dejaron e hice  construir nuevos debajo de las casa de  los kelpers.

¿Te acordás el primer puesto comando?  Debajo de él había unas bases de  hormigón como para un montón de  gente. Di la orden e hicimos más pozos  debajo de las casas. Entonces cuando 34 venían las fragatas, reducía la dotación  de cada sección a un suboficial y un  estafeta y el resto del personal, a la  orden en los pozos debajo de las casas  para avanzar sobre las posiciones si  existía un desembarco naval o  helitransportado.”  La gente ya estaba entrenada en tener  que evacuar el poblado en caso que  hubiera un desembarco  helitransportado, ya que una sección de  morteros tenía la orden de arrasar el  pueblo en un lapso indicado (1 o 2  minutos para poder evacuar). La idea  era reducir al máximo la posibilidad de  bajas por el bombardeo de ablande  para poder rechazar al enemigo si la  tropa desembarcaba. No nos olvidemos  que Minorini y Medina se pasaban todos  los bombardeos afuera atentos a lo que  pudiera suceder.

Los bombardeos eran horas y horas,  por ejemplo cuando nos vino a buscar  el Bahía Paraíso, zarpamos desde Fox  por el Estrecho de San Carlos hasta  Puerto Howard, en el Norte de la Isla.

Se evacuó a los heridos y cuando  regresábamos para el continente  volvimos por la misma derrota (no sé  porque los marinos llamamos así al  camino que recorremos para llegar de  un punto a otro del agua, sea dulce o  salada). Al llegar cerca de Fox, había  dos fragatas listas para su show, pero  “lamentablemente” no saben que  despacio puede navegar un buque  hospital en estas circunstancias,  reduciendo de ese modo el tiempo de  ataque de los ingleses a su mínima o  nula expresión.

Sigue el relato de Minorini Lima, quien  habla perfecto inglés:  “Cuando es la rendición, desde un  buque de la flota viene un helicóptero  con un Oficial Inglés a cargo. Llega y  me dice:  - Primero evacuaremos a todos los  heridos graves.

- No tengo heridos.

- ¿No tiene heridos?  - No, los últimos los evacuó el Buque  hospital.

- Nosotros estuvimos atacándolos  fuerte y seguido, no puede ser.

- No los tengo, no hay heridos.

- Bueno, quiero que me entreguen todo  el armamento pesado que tiene.

- Dos cañones sin retroceso y dos MAG  (Ametralladoras)  - No, no, dice el inglés, quiero los  cañones antiaéreos.

- ¿Los cañones antiaéreos? Como no,  ¿me acompaña?  Y para el emplazamiento de los  “cañones antiaéreos” se fueron.

Acá están los cañones antiaéreos, le  dice Minorini Lima mostrándole la  combinación de tambores de 200 lts,  las chapas acanaladas y los caños de  fibrocemento que había debajo de un  camuflaje, que regularmente por la  noche se movían los caños a una  posición distinta, simulando ser el tubo  cañón de un antiaéreo que se movía.

Todo ello cubierto por tepes (panes de  pasto o tierra).

- ¿Cuántos hombres tiene Ud.?  - Unos 150 hombres.

- ¿Cómo dice?  - 150 hombres  - No Ud. Tiene 3 batallones, acá hay  posiciones para tres batallones. (Unos  mil hombres aprox.)  - Hay posiciones para tres batallones  pero somos la Ca, más la gente de ARA  y FAA, total 150 hombres (O más o  menos)  Ahí el inglés se soltó y empezó a reírse.

- Lo felicito, le dijo. La primera opción  de desembarco era acá, pero como  enfrente hay un regimiento y  pensábamos que acá había tres  batallones pensamos que iba a ser una  batalla muy dura, así fue que la opción  fue en San Carlos.

Así fue, que no hubiera sido justo si no  mencionaba la inteligencia de una  persona para salvarnos de una batalla  muy dura. Soy civil, fui civil pero  recuerdo que en "El Arte de la Guerra" 35 Sun Tzu, dice que las batallas se ganan  antes de emprenderlas. Ojalá lo  hubieran sabido otros.

A vos, Oscar, también muchas gracias.

Tampoco sería justo si no hablase del,  en ese entonces, Subteniente Leandro  Villegas, que gracias a ser el oficial más  joven, más moderno, usó un chiripá  bien patrio, ya que trajo la bandera  como tal prenda, preventivamente,  debajo de su ropa  La bandera de guerra de la Compañía  de Ingenieros de Combate 9 descansa  en nuestro suelo.

A vos también Leandro, gracias.

41. Noticias de Abel Vallejos

Las cosas de la vida, la tecnología y la  inmensa buena voluntad de la gente.

Así fue que Germán Stoessel, de  profesión ing. agrónomo, de hobby  "cartero", neuquino, consiguió una  dirección de e-mail del Dr. Abel  Vallejos.

Lo dicho, el transcurso de la vida nos  llevó a volver a encontrarnos por este  medio.

Abel es médico y Pastor Evangelista,  coherente con su profunda fe, casado  con Patricia, dos hijos, grandes, fue  misionero en África hasta que la guerra  en Guinea los hizo abandonar África  hacia Portugal. Está trabajando como  médico en el Hospital de Faro.

Nos pusimos en contacto, él no  recuerda mi cara, yo no sé si lo  reconocería con 27 años más,  probablemente si. Los rasgos cambian,  los gestos son casi inmutables y  característicos de cada uno.

Gracias, Germán por tu gestión, gracias  Abel por contestar.

Vos también podés contar, ¿querés  sumarte al blog como autor?  ¿Quién más de los VGM se anima? De a  poco todo se puede.

Un fraternal abrazo.

Pancho 

42. ¿Qué se le dice a un Veterano  de Guerra el 2 de abril? 

El año pasado, un compañero de  trabajo me hizo esta pregunta. Esta fue  mi respuesta, la comparto con todos  Uds., total no son muchos:  ¡Qué pregunta! Para algunos es difícil,  no saben que hacer.

Es muy fácil.

Se dice y se hace lo que se siente.

Nada más.

Puede ser un discurso, un gracias, un  abrazo o un apretón de manos en  silencio.

Hay una sola condición: lo que fuere,  que sea sincero, que sea de corazón.

Ya nos quisieron vapulear, ya nos  quisieron, y nos quieren, ningunear,  quisieron que seamos víctimas.

Nos dicen a todos héroes. Cada uno  sabe si lo es, o si lo que hizo puede ser  considerado como heroico, pese a que  en su fuero interno, uno bien sabe que  pudo haber sido desesperación,  inconciencia. resignación a morir,  matando o ayudando, o rajando para el  lado equivocado y... había que salir del  brete, como fuere. Mucho trabajo  medular, poco cerebro.

Lo que sin duda es satisfactorio, es  saber si pudimos manejar el miedo  atroz que uno tenía.

De ahí surge el honor que nos  concedemos a nosotros mismos.

Nos gusta que nos consideren. No, que  nos halaguen vacuamente, que nos  reconozcan pero que no nos ensalcen.

Es así de sencillo.

Que aunque sea por un ratito,  pensemos que todo, no fue tan inútil.

Sabemos que, una vez muertos,  formaremos parte de la historia.

Queremos, mientras estamos vivos,  formar parte real de la memoria de la  Nación.

Gracias. 36


6 de Junio

Para muchos, esta fecha no significa  nada, sin embargo, para mi es una  fecha clave. Volvimos al continente,  toda la noche volando, toda la tensión.

Hoy se revive, se siente por adentro, la  actividad interna es distinta, la tensión  se relaja al escribir. Parece mentira, fue  hace 28 años y lo estoy viviendo como  si fuera hoy mismo.

¿Quién dice que la guerra terminó?  Me cago.

De puño y letra

Cuando nos fuimos, los que se quedaban nos daban sus referencias de puño y letra para que avisáramos.




3 comentarios:

  1. Que emocionante palabras, hoy q estamos a un dia del aniversario del ataque al ARA Buen Suceso, me puse a buscar informacion del buque (perdon si esta mal redactado pero estoy muy emocionado) yo soy hijo del negro TF Acosta Edgardo y junto a el nos pusimos a leer esta nota tan emocionante, Hasta el detalle que le llevaron a mi madre su auto, Cosas tan precisas que me emocionaron muchisimo. Abrazo enorme! Me gustaria ponerme en contacto y poder saber mas cosas,

    ResponderBorrar
  2. Hola mi nombre es Anabel soy hija de un Veterano de Guerra civil del barco Carcaraña su nombre era Angel Aurelio Castro el era mozo de ELMA... estaba buscando información, fotos del Cacaraña y no se como llegue a su maravilloso relato que lei atentamente... para poder entender lo q ha tenido q vivir mi padre por esos dias... ya q yo solo tenia 7 años y si bien nos contó mucho no le gustaba hablar... de los pozos bombardeos... mi padre ya era mayor x esos años recuerdo haberlo odio por irse a la guerra porque fue su voluntad... pensé q nunca mas iba a volver... recuerdo el dolor de mi madre cuando fue notificada personalmente por un oficial q el barco habia sido bombardeado por los ingleses y su regreso... papá con una enorme barba q felicidad no fue facil, perdon si me fui x las ramas. Me facinó su relato me gustaria saber mas cosas y x supuesto saber si conoció a mi padre... era famoso x cantar canzonetas napolitanas. Un abrazo y toda mi admiración y respeto le dejo mi mail x si quiere responderme: anabel_baez@hotmail.com

    ResponderBorrar
  3. Hola mi nombre es Anabel soy hija de un Veterano de Guerra civil del barco Carcaraña su nombre era Angel Aurelio Castro el era mozo de ELMA... estaba buscando información, fotos del Cacaraña y no se como llegue a su maravilloso relato que lei atentamente... para poder entender lo q ha tenido q vivir mi padre por esos dias... ya q yo solo tenia 7 años y si bien nos contó mucho no le gustaba hablar... de los pozos bombardeos... mi padre ya era mayor x esos años recuerdo haberlo odio por irse a la guerra porque fue su voluntad... pensé q nunca mas iba a volver... recuerdo el dolor de mi madre cuando fue notificada personalmente por un oficial q el barco habia sido bombardeado por los ingleses y su regreso... papá con una enorme barba q felicidad no fue facil, perdon si me fui x las ramas. Me facinó su relato me gustaria saber mas cosas y x supuesto saber si conoció a mi padre... era famoso x cantar canzonetas napolitanas. Un abrazo y toda mi admiración y respeto le dejo mi mail x si quiere responderme: anabel_baez@hotmail.com

    ResponderBorrar